“Alfa”. Crítica de la obra de teatro

El macho Alfa de una sociedad distópica se convertirá en motivo de disputa por la calidad de su alta fertilidad por una familia disfuncional donde poseen una casa laboratorio clandestino en que las mujeres en tiempo de empoderamiento femenino se apropian del destino de algún modo de los dos hombres de la obra: del padre y del seminal. por Javier Erlij

Una madre depresiva y alcohólica, una empleada inescrupulosa y una hija con un volcán a punto de entrar en erupción manejan en la clandestinidad un laboratorio donde compran esperma para luego comercializarlo entre los hombres de dinero de diferentes congregaciones de la colectividad judía.

El seno familiar está atravesado por el conflicto de perder la vivienda ante un inminente desalojo debido a las deudas impagas.

De pronto, una noche regresa herido el padre que estaba separado de su consorte y pide a su hija que le de cobijo, descubriendo que en las muestras del laboratorio tenían muestras de semen de un verdadero macho Alfa para poder comercializar con fines reproductivos.

De repente el padre se convierte de mendigo a tomar en ese momento el poder de la compañía familiar con el fuerte esperma del seminal y los negocios empiezan a florecer, pero no todo es lo que aparenta cuando se mezclan negocios con el placer.

La puesta cuenta con un quinteto de muy excelentes actuaciones a cargo de Mariana Cavili, Marta Haller, Abian Vainstein, Valeria Roldán, y Diego Quiroz, dirigidos por Felicitas Kamien, a cargo a su vez de la dramaturgia.

Una escena antológica que quedará para recordar está a cargo del personaje del padre, a cargo de Vainstein, cuando vuelve a tener el poder del dinero donde canta y baila una canción judía invitando a sus parientes de la vivienda a sumarse a su coreografía, escena que recuerda al baile de la película “Zorba, El griego”.

La escenografía a cargo de Victoria Kamien juega un papel importante donde está cuidado cada detalle en la construcción de la vivienda empresa al igual que el diseño de sonido y objetos realizado por Beto Bit, que mantienen el clima ominoso en los setenta y cinco minutos de la obra.

Las mujeres son las que sostienen el lab familiar clandestino a pesar de las vicisitudes, donde los hombres no son más que un objeto para satisfacer sus necesidades económicas y que en la puesta queda claro que el empoderamiento femenino llegó para quedarse.

Se puede ver en El Camarín de las Musas los sábados a las 20.30 hs. Mario Bravo 960

 

Javier Erlij

Licenciado en Periodismo, Profesor para la Enseñanza Primaria, Técnico en Periodismo, Critico de Cine. CEO de Cine Argentino Hoy.

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