Crítica de “Bruja”

Érica Rivas la única Bruja.

Con la sobresaliente actuación de Érica Rivas, acompañada de gran elenco, y una realización desde lo técnico y argumental que no deja ningún detalle al azar; “Bruja” es la tercera película en la cual su director, Marcelo Paez – Cubells, aplica el mismo formato pero con distintos contextos. Desde este jueves 27, está disponible el film por la pantalla de Cine.ar. 

 

La película argentina sólo se hace fuerte cuando la actriz increpa, hace frente con hechicería y acciona contra los captores de su hija Belén, que la mantienen cautiva para poner en ejecución su plan de proxenetismo. 

El argumento narra el relato de Selena (Érica Ricas), una mamá soltera que reside con su hija adolescente, Belén (Miranda de la Serna) ,en una austera chacra en las lejanías de una región chica. Sin embargo, Selena domina la magia negra aunque no la aplica a terceros.

En la zona conocen de sus habilidades y es evidente que se sienten miedos e inseguros con ella. En un momento, Belén es tomada a la fuerza con otras muchachas de la vecindad por una red de trata, y Selena, desquiciada, en soledad sin colaboración de nadie, deberá emplear todas sus capacidades para hallarla.

La dirección de Marcelo Paez – Cubells, replicó la premisa de “Omisión” en “Bruja” con frases en off como: “Hay gente que tiene que morir” y “A la gente que hace daño hay que castigarla”; en el primer caso con la fundamentación del “secreto” profesional psicológico a un sacerdote, y en el segundo con el espiritismo pagano con cierto “oscurantismo” entre seres fuera de ésta dimensión y los humanos. Asimismo, sucede en “Baires”, donde una pareja encubre una red de narcotraficantes por obligación y así salvarse de fallecer. La presión como impacto.

En “Bruja” se aplicaron efectos especiales muy escasos, aunque se puede apreciar la destreza del realizador Paez – Cubells, en la generación de grandes momentos con la aplicación de explosiones o detonaciones; el chorreado de sangre como efecto artístico que salpica en todas las locaciones. 

Los preparados artesanales para conectarse entre madre e hija, sea con espejo empañado con pedidos o mensajes entre ellas; y sobre la tierra con un pedido de “Ayuda” en pleno secuestro.

Cubells expresa con magnitud magistral los hechizos como, el amarre con un trenzado enroscando tres mechas de cabello. También, la ilusión óptica en algunas escenas como práctica de confusión fantástica, la transferencia de poderes de madre a hija, los ejercicios en una mesa de magia con plumas negras.

Cubells acercó a la Argentina algunos elementos más a la narrativa nacional en cuanto a la producción de cine suspenso: en una toma en un cementerio, donde se da el encuentro entre un cadáver y Selena quien toma su figura; sus visiones a través de objetos de la situación de sometimiento que tienen las chicas; las voces de la “Damita”; su aljibe energético. Por último, el uso de una bruma serpenteante violeta con la que Selena sabe y controla a sus rivales.


El guión de Matias Caruso evidencia el negociado de la magia negra contra la tradicional que a su vez también es mentirosa. El entramado truculento que significa el “ablandar” a las jóvenes para la prostitución, la utilización de tranquilizantes vía jeringa, el encadenamiento a las camas por si se resisten, la violación y maltrato constante como debilitador social.

La promesa de un trabajo sujeto a las manipulaciones y especulación de una madama como cabecilla, un matón y alguien externo que a veces traicionado, vincula a las víctimas con los criminales.

El relato puertas adentro de la organización delictiva que sostiene las mafias de trata bajo corrupción policial y soporte de campañas políticas.

La narración en off de Rita Cortese, una abuela que traspasa mitos, como mamá de Selena, se vuelve un mantra que mantiene las reglas de la magia negra como: “Cuanto más le pedís a la Damita más le tenés que dar”, “Concéntrate en tu dolor esa es nuestra maldición”, y su reflejo en un espejo al final de la película como figura de transición para encarnar la venganza en su máximo exponente. Acompañada en sus pequeñas escenas por un búho la caracterizan como referente de la sabiduría y los insectos la pequeñez humana. Su voz es una reverberación fantasmal.

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La fotografía de Pablo Desanzo da saltos imponentes, tomas cenitales por encima de los personajes da ese vértigo ineludible al espectador; iluminaciones opacas y poco nítidas dan esa sensación de aislamiento y el estado de ánimo de las críticas circunstancias que atraviesan los personajes. Las capturas en picado sobre Selena mostrando su sacrificio por no encontrar a su hija; planos detalle en las manos de Belén y su mamá cuando una escribe sobre el barro y la otra sobre el papel sus notas en forma de avisos para continuar su búsqueda.

La musicalización de Pablo Sala apuntó al rasgueo en guitarra, una alusión a la tensión y el aprisionamiento de las jóvenes, el acordeón y bandoneón dan la idea el ritmo de persecución en la cinta fílmica, los coros en cánticos sombríos y chajchas arrastradas produciendo un chasquido original temerario. Los violines melodía que pone tintes de drama.

El género al que es devoto Cubells es el thriller, ya con esta película es la tercera en la cual aplica el mismo formato con distintos contextos. El realizador recreó la típica estructura donde el argumento fue fundamentado por los interrogantes que deja la desaparición de Belén y sus amigas, pero no cumple con las expectativas de dar terror, sí genera incertidumbre en las comunes narrativas de suspenso policial cuando Selena va por las pistas que le deja su hija.

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Érica Rivas, como Selena, es un protagónico ingenioso en su transformación a un personaje tan sobrenatural; su cuerpo es el instrumento: él manifiesta contorsiones inimaginables, gestualidad dura, implacable, fuera de control, más allá del bien y mal. Ella es madre de Belén (Miranda de la Serna) en la vida real y ficticia ambas son auténticas. Miranda es contestataria y descarada a la talla de sus progenitores: Rodrigo de la Serna y Rivas.

Una presencia omnisciente son las energías que maneja Rivas: la bronca en gritos inconmensurables; la angustia cuando desploma su cuerpo en el suelo sin tapujos, la que genera el nexo con las entidades mediante su olfato; ella fuma cigarrillos del suelo, se corta, transpira, come vidrio, dispara y recibe un puñal; desentierra un cadáver.

Rivas es una actriz que se mete en el barro de la actuación, y da voz a un caso de los tantos que bien podría Susana Trimarco, quien sigue luchando para que la justicia no duerma en su media tinta.

Fue clave el personaje de Paku (Gregorio Rosello), supuesto amigo de Belén, quien traicionado por la idea de ser reclutador de promotoras y las lleva sin medir consecuencias a ella y sus compañeras: Mía (Maite Lanata), Fátima y Romina.

Mía a su vez tiene como padre al actor Pablo Rago, “Ricardo”, un constante co-protagonista con Selena en su averiguación sobre el paradero de sus hijas. Su personaje está deslucido aunque siempre conserva su seriedad, un poco de seducción entre ellos y el incesante lema de descubrir dónde están.

Se rodó en un escenario desconocido para el espectador, en San Antonio de Areco y zonas de Martínez, asimismo en el norte de Gran Buenos Aires dando la apariencia de una locación extranjera, un dejo de su paso por Estados Unidos al estudiar allí Artes cinematográficas.

Hay personajes secundarios como Joaquín (Juan Grandinetti, hijo de Darío), hijo de Marisa (Leticia Brédice) que regenta de los cabarets. Su vínculo es bastante perturbador. El personaje de madama en Leticia no fue deslumbrante tras su alocada Verónica San Martín en “El Elegido” fue una villana en su molde y Juan su secuaz libidinoso.

Los que encarnaron los papeles como policía (Fabian Arenillas) e intendente (Pablo Ini) fueron realmente influyentes para revivir el riesgo en la película. Ambos fueron el círculo de la especulación financiera sobre la trata.

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El reparto estuvo compuesto por: Érica Rivas, Leticia Brédice, Rita Cortese, Pablo Rago, Miranda de la Serna, Juan Grandinetti, Gregorio Rosello, Guillermo Arengo, Fabián Arenillas, Grego Rossello, Maite Lanata, Lola Ahumada, Pablo Ini, Susana Varela y María Inés Aldaburu
La producción en manos de Chiaroscuro Entertaiment.

PUNTAJE: 90.

Florencia Fico

Licenciada en Periodismo. Especializada en rubros como: cultura, televisión, científico e investigación. Asistente de Cátedra en Arte y Estética UNDAV. Miembro del Club de Graduados. Redactora en Revista Combativas.

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