Cinthia Rajschmir, guionista y directora de la película “Sara Facio: Haber estado ahí”, dialogó con Cine Argentino Hoy. La realizadora abrió su corazón y se sinceró sobre cómo conoció la obra de la fotógrafa argentina, los días de rodaje con la artista y reveló a qué le hubiera gustado dedicarse a Sara además de la fotografía. -Cinthia, ¿cómo llegaste a conectar con ella?
-Con Sara conecto desde hace muchos años, más específicamente desde que yo era adolescente. Llegó a mis manos el libro “Retratos y Autorretratos” y quedé fascinada no sólo con los retratos que habían hecho Sara y Alicia D’Amico de los grandes escritores del boom latinoamericano, sino también con los textos que éstos mismos habían escrito a partir de verse reflejados en las fotos de Sara.
Luego la foto-galería creada en el Teatro San Martín en 1985, posteriormente al advenimiento de la democracia en la Argentina después de los oscuros años de la dictadura cívico-militar y donde los jóvenes estábamos yendo de aquí para allá. En ese momento, un grupo de amigos y amigas vinculados al mundo del arte, íbamos muy asiduamente al Centro Cultural San Martín y paseábamos por un pasillo donde la fotógrafa argentina creó una foto extraordinaria; entonces, al atravesar ese espacio todos aprendimos que la fotografía era un arte.
Posteriormente, con “Cortázar y Antín: cartas iluminadas” le pedí a Sara las fotos de Julio Cortázar para completar mi personaje del escritor, y ella me las cedió de inmediato. Más recientemente, en el 2018 ella hizo una exposición extraordinaria con la curaduría de Ataúlfo Pérez Aznar, realizando un ensayo sobre el peronismo y quedé muy impactada. Me pareció increíble y fue así que me decidí a hacer el documental. Se lo propuse y me dijo que sí.
Al atravesar ese espacio todos aprendimos que la fotografía era un arte”.
-¿Cómo fue el proceso de convivencia con Sara, esta gloria viviente que tenemos los argentinos, durante el rodaje del documental?
-La realización fue a lo largo de cuatro años, porque nos atravesó la pandemia. Pensaba terminarlo en 2020, de hecho los tres primeros rodajes fueron en ese año, pero a los pocos días nos cayó el confinamiento y, la vuelta fue muy de a poco y, al mismo tiempo, estábamos con Sara, una persona grande, así que primero volví solamente con sonido y luego se incorporó la cámara. Fue trabajoso, pero a todos nos atravesó la pandemia y fue muy doloroso para todos. Tuve la suerte y la persistencia de continuar y resistir y terminar el documental tal como yo lo había soñado.
El vínculo con Sara fue hermoso, es un ser extraordinario y se abrió con enorme generosidad a la realización del documental. Disfrutábamos juntas el rodaje y ella recordaba un montón de anécdotas. Ella había sido foto fija de varias films conocidos así sabía perfectamente de qué se trataba y me dijo: “A mí me hubiera encantado hacer cine también”. Así que una delicia conversar con ella, fue un privilegio, pero además, tuve un reconocimiento enorme de parte de ella que vio la película y le encantó. Para mí eso fue tocar el cielo con las manos. Pero además, Sara es mi fotógrafa admirada y es la número uno de fotografía argentina.
El vínculo con Sara fue hermoso, es un ser extraordinario y se abrió con enorme generosidad a la realización del documental”.
-¿Qué anécdota emotiva, alegre, recordas del rodaje con Sara Facio?
-Ella me cuenta que iba con Alicia D’Amico en un Fiat 600 y tomaba fotos desde adentro del auto con las cámaras Leica, así que la gente no se daba cuenta que Sara sacaba fotos. Veían algo que les interesa, paraban y sacaban las fotos desde ahí. Entonces, le regalé un Fiat 600 de colección, los chiquitos, y le dio mucha gracia y ternura. Después dije: “Voy a conseguir ese modelo de auto para recorrer las calles de Buenos Aires con ella y rememorar cómo Sara sacaba las fotos”, y ella encantada.
-Maravillosas escenas de toda la película, pero la de La Boca me encantó
-Claro, después cuando me abrió su placar y aparecen todas las carpetas con sus contactos, casi me desmayo. Traté de transmitirlo tal cual lo sentí, y creo que la gente se emociona de la misma manera. Lo que sucede, es que en mis documentales generalmente ocurre que descubro un tesoro, porque me acerco a personalidades que para mí son increíbles.-En estos últimos años te acercaste a Manuel Antín, a la vida de Cortázar. Estás iluminada.
-En realidad, son personas que yo admiro mucho y por alguna circunstancia tengo ese acercamiento y entonces encuentro un tesoro y no me lo puedo quedar, lo tengo que compartir. Es como la llama que está permanentemente encendida para hacer un documental y además para lograr hacerlo sabiendo que, quizás, por las vicisitudes que tiene me va a llevar bastante tiempo. Pero no me importa, persisto y lo hago.
-¿Cómo recibió el público del Bafici la película?
-El estreno fue con todo el cine a sala llena, hubo mucha gente que no pudo comprar porque las entradas estaban agotadas, así que imagine. Vino Javier Porta Fouz especialmente a presentar el documental y desde la presentación misma, el público aplaudiendo. Me llega a través de la sobrina de Sara Facio un regalo, una cámara Leica de fotos y un mensaje que decía: “Estoy con todo el mundo”. Termina la película y la gente aplaudiendo sostenidamente. Eso mismo ocurrió en el Centro Cultural 25 de Mayo, pero además, hubo gente muy joven preguntando en el espacio de preguntas y respuestas. Fue hermoso.
-¿Y Sara pudo ver la película?
-Yo le llevé la película a Sara, la vimos juntas y cuando terminó el film ella sacó un pañuelo para secarse las lágrimas de emoción, y yo me puse a llorar. Me dijo: “Es muy raro ver un documental tan bien documentado con tanta información y tanta emoción. Te felicito”. Al otro día me mandó un mensaje: “Todavía emocionada por la película. Nadie la podría haber hecho mejor”.
-Maravilloso y merecido. ¿Y cuándo llega a salas de cine?
-Queda una función el domingo 30 de abril a las 12.15 horas en el Centro Cultural San Martín, sala 2. Después tendrá un recorrido por festivales hasta que arribemos al estreno en cines comerciales.
Edición periodística: Andrea Reyes