“Vrutos” de Miguel Bou. Crítica.

Terminando la década del 90 y durante los primeros años del nuevo milenio, muchos realizadores salieron a la calle a firmar la realidad del país. Esto desarrolló y se convirtió en un género que la crítica bautizó realismo social. Como principal exponente está “Pizza, birra, faso” de  Bruno Stagnaro y Adrián Caetano. El primero luego dirige la serie “Okupas” y el segundo logra estrenar el largometraje “Bolivia”.  

“Vrutos” de Miguel Bou, casi 25 años después toma esta antorcha y la hace propia. Retratando la realidad de uno de los barrios más estigmatizados de la ciudad de Buenos Aires, utilizando parte del elenco de “Okupas” y la estética de “Bolivia”. Sumándole algo de cine de pandillas, que en nuestro país hay muy pocas. Se estrena este 6 de marzo en todos los cines.

Brian reacciona a la cargada de un grupo de rugbiers y todo termina en una pelea. Esto solo será el inicio de una espiral de violencia, de revanchas y venganzas. En simultáneo el padre de Brian intenta reformar su vida y evitar que su hijo siga tanto sus pasos como los de su padrino.

Es innegable la relación entre la situación crítica, social y económica, de nuestro país y este tipo de cine. Y no es simplemente sacar la cámara a la calle y meterse en un barrio. Se hace presente en el tono, las actuaciones, las elecciones de los intérpretes, los equipos técnicos reducidos. Es un todo. Un cine colaborativo, impulsado por la escasez de recursos, como aquel que se impuso durante el llamado “nuevo cine argentino”.

Mientras el gobierno trata de callar a la cultura, desfinanciandola y convirtiéndola en su enemigo, crear es el acto de rebeldía más grande que podamos realizar. Si a esto le sumas que vuelvan a actuar juntos Dante Mastropierro y Diego Alonso Gómez. Se convierte en un acto maravilloso, ya que las escenas que comparten son las más exóticas del largometraje. 

“Vrutos” de Miguel Bou es el estreno de la semana que hay que ver. Su iconico elenco, las tomas largas sin cortes, el blanco y negro, hacen que remita directamente al boom generado por el “nuevo cine argentino”. Además de mostrar de manera cruda la realidad que se vive en un país, donde los medios intentan hacernos creer que está todo bien.