Un pájaro que no termina de levantar vuelo. Crítica de “El Jilguero” de John Crowley.

Tras la muerte de su madre en un atentado terrorista con bomba en el Museo Metropolitan de Nueva York, el joven Theodore Decker, de 13 años, es acogido por una acaudalada familia del Upper East Side de Manhattan. La tragedia cambiará el curso de la vida de Theodore, sumergiéndolo en una odisea de dolor y culpa, reinvención, redención e incluso amor.

 

Adaptación de la obra literaria de Donna Tartt con el mismo nombre, la película pone en foco en Theo (Oakes Fegley y luego Ansel Elgort), quien trás la muerte de su madre en un atentado terrorista cuando tiene 13 años le provocará heridas internas que luchará por cerrar. Su padre ausente, Theo es enviado a vivir temporalmente con la familia de clase alta perteneciente a un amigo de la escuela y se acerca a la matriarca Samantha (Nicole Kidman), una mujer fría que se une con él por su amor mutuo por el arte. Cuando su padre Larry (Luke Wilson) reaparece, Theo es enviado a vivir con él y su novia indiferente Xandra (Sarah Paulson). A partir de ahí comienza un viaje de tutor a tutor y de lugar en lugar mientras Theo lucha por descubrir a quién es y donde pertenece, dividido entre una acogedora pero problemática familia adinerada y el dueño de una tienda de antigüedades (Jeffrey Wright).

Un poco tediosa en el principio cuando nos muestra la relación del joven con su nueva familia, a pesar de la atractiva relación que mantiene con Samantha (Nicole Kidman, siempre fina y misteriosa). Se pone interesante y cobra dinamismo cuando indaga en los conflictos internos de Theo (la culpa por la muerte de su madre), sobre todo cuando se va a vivir a Las Vegas con su padre alcohólico y su pareja (Interpretados por Luke Wilson y la genial Sarah Paulson). En medio del desierto estadounidense conoce a Boris (Finn Wolfhard) un amigo que lo marcará para siempre. Pero final se vuelve un thriller previsible, plagada de situaciones fortuitas que  parecen puestas para cerrar la película a las apuradas y que no se extienda más, de su ya larga duración. Lo mejor? La actuación de Ansel Elgort (Baby Driver) y Oakis Feagley interpretando a Theo adulto y niño, respectivamente.

“El Jilguero” es una historia de romance, terrorismo, dolor, adicción a las drogas y espionaje del mundo del arte. Desde los planos técnicos la película es excelente, con una puesta en escena impecable y una fotografía que eleva el contenido, dándole un tono artístico que se condice con las obras de arte que se encuentran en el museo. Quién haya leído el libro seguramente podrá dar una opinión mejor sobre el traspaso al cine, pero la película da la sensación que se queda a mitad de camino. Es extensa en su duración (2 horas y media) y a pesar de eso no desarrolla bien la cabalgata de personajes que presenta. Una película pretensiosa que aparenta más de lo que muestra.
Puntaje: 60/100.

 

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