Uno de los máximos exponentes contemporáneos del particular género denominado cine catástrofe realiza una nueva película. Roland Emmerich vuelve a poner a nuestro planeta al borde de la destrucción en “Moonfall”. Solo su elenco podrá salvarnos: Halle Berry, Patrick Wilson, John Bradley, Charlie Plummer, Donald Sutherland, entre otros. Llegará a las salas de los cines el próximo jueves 3 de febrero.
Un teórico conspiranoico de las megaestructuras descubre que la luna cambió su órbita y, de seguir este camino, colisionará con la tierra. La NASA llega a la misma conclusión y ante el inminente riesgo organiza varias misiones espaciales. En una de ellas, descubrirán que una fuerza extraterrestre es la causa de dicha catástrofe. La esperanza de la humanidad queda en las manos del ex astronauta Brian Harper.
Lo primero que llama la atención es la capacidad que poseen los estados, en estas narrativas, para ponerse de acuerdo. De repente, todos buscan la manera de ayudarse mutuamente, algo que la pandemia se cansó de demostrar que no sucede en la vida real. Mucho menos el estadounidense promedio salvando el día o Estados Unidos haciendo algo por los demás.
De todas maneras, lo que convoca de estos audiovisuales no es su abismal diferencia con la realidad, sino su descomunal espectacularidad. Todo lo que sucede es tan irrisorio e hiperbólico, que no queda más que suspender todo y sellar el pacto narrativo. Las problemáticas cargan con un efecto “WOW” que se hace claro cuando las imágenes llenan la pantalla, haciendo que estas problemáticas deban escalar potencialmente en cada película, a fin de conseguir dicho efecto.
Nos divertimos con la destrucción de todo y todos porque sabemos que no es real. Nada nos hace sentir más seguros que la asertiva verdad de que aquello nunca sucederá. Pues si pasara, seguramente seríamos uno de los habitantes de los muchos edificios destruidos por asteroides o alguna explosión ocasional que agregue “WOW” al plano general. Y aun así empatizamos con el ciudadano común que por excéntricos azares del destino se ve envuelto en la solución de la catástrofe.
Roland Emmerich sigue poniendo la salvación del planeta en manos de las personas comunes en una época de superhéroes. Destruyendo todo a mansalva, consigue dejar un difuso mensaje de esperanza y positivismo, lo cual puede agradar más o menos, pero nadie puede negar que es de estos espectáculos que se disfrutan mucho más en una pantalla grande.
Calificación.
Dirección
Montaje
Arte y Fotografia
Música
Actuación
Roland Emmerich sigue poniendo la salvación del planeta en manos de las personas comunes, en una época de superhéroes. Destruyendo todo a mansalva, consigue dejar un difuso mensaje de esperanza y positivismo. Lo cual puede agradar más o menos, pero nadie puede negar que es de estos espectáculos que se disfrutan mucho más en una pantalla grande.