Al cine argentino que intenta conciliar lo artístico con lo comercial, le va muy bien este año(“El amor menos pensado”,”Mi obra maestra”,”El ángel”,”La quietud”,”El potro”) es bueno destacar,por su sinceridad y brillantez, en texto,dirección e interpretación, propuestas más modestas, pero de gran calidad artística y humana.Es el caso de la estupenda Marilyn,que llegó a los cines argentinos.
Con un notable trabajo de dirección,en su ópera prima,de Martín Rodríguez Redondo,con un sorprendente protagónico del joven Walter Rodríguez.El film,coproducción entre Argentina y Chile, basado en una historia real y filmado en Cañuelas, se centra en el calvario de un joven peón rural, que sufre el acoso, el escarnio y la discriminación del pueblo y su propia familia.Mientras trata de afirmar su identidad sexual,que escapa a los cánones rígidos del mundo en que se mueve,el adolescente,de diecisiete años, intenta vivir su vida con naturalidad, atrapado en un destino que lo reprime y asfixia.Con un lenguaje cinematográfico fluído y severo,admirable en un debutante,la película, brutal y aleccionadora, arremete, con furia, contra la incomprensión y el prejuicio y acompaña, con ternura al protagonista hacia el infierno tan temido.