La película inglesa “Official Secrets” expone una cinta fílmica con líneas de suspenso político e intriga periodística. Un comunicado que se filtra en las conversaciones mediáticas y demuestra los puntos ciegos del manejo bélico que ejecutan los países en conjunto con espionaje sin control ni ética. Por. Florencia Fico.
El argumento de la película inicia en 2003 durante los funcionarios británicos y estadounidenses idean copar Irak, la traductora del Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno Británico (GCHQ) Katherine Gun (Keira Knightley) provee un correo electrónico clasificado que incide en investigar a participantes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con el fin de provocar la decisión para ir a la Guerra. Ella es detectada e incriminada por quebrantar el Acta de Secretos Oficiales y con posibilidades de ir a la cárcel, Katherine y sus defensores tienen la fuerte idea de abogar por su accionar. Su vida, la permanencia en libertad y su matrimonio peligran, Katherine tendrá que resistir por lo que piensa.
El director Gavin Hood genera continuamente espacios de reflexión en base a la siguiente pregunta retórica: ¿Nos corresponde razonarlo?. Es el lema de ésta producción y el realizador sudafricano se empeña en seguir cuestionando las torturas a inmigrantes en éste caso el esposo de Katherine que es musulmán, el poner la lupa sobre las instituciones ocultas sospechosas de ilegalidades como lo es el GCHQ de la mano británica y su enlace con el gobierno estadounidense. Además el espacio inmoral o correcto de las personas y el trayecto íntimo de Gun sus diversos estados anímicos.
Los escritores Gregory Bernstein, Sara Bernstein y Gavin Hood son los guionistas influidos por el libro “The Spy Who Tried to Stop a War” de Marcia Mitchell y Thomas Mitchell. Ellos logran plantear la biografía de la espía y el crimen verdadero la guerra. Con un texto rico en contexto histórico ya sea por material de archivo sobre discursos, la tecnología existente en ese tiempo como los disquetes donde se almacenó el mensaje de Katherine, ese vocabulario específico de agentes y un guiño a la “garganta profunda” de Todos los hombres del presidente, en aquel caso de Watergate.
En éste caso la informante era una activista anti guerra quién le dio la exclusiva a The observer con el escrito impreso por Gun bajo el seudónimo Frank Koza. Donde se demostraba la complicidad del estado estadounidense y británico, para la escucha de los representantes de la ONU para manipular los votos para concretar una injusta batalla que se ejerció sin su aval. Llevándose cientos de miles de vidas iraquíes , mujeres quedaron viudas, traumas psicológicos y la niñez expuesta a trabajo infantil o prostitución.
La música de Paul Hepker y Mark Kilian deja un trago amargo, una esencia siniestra, con bases electrónicas e instrumentales que hacen parte del filme como un motor de combate. Los sonidos de las detonaciones en tomas suenan más altos y se puede sentir la guerra como si estuviera al lado suyo. En torno a la fotografía de Florian Hoffmeister se puede apreciar una iluminación sombría, tonos apagados y capturas con picado en el rostro de Katherine cuando es juzgada en la Corte inglesa, y contrapicado cuando es absuelta de los cargos de traición siendo una cara de la lucha contra la mentira globalizada.
Las grandes actuaciones estuvieron en la piel de Keira Knightley como Katherine mostró su lado confrontativo, contundente y sensible, imprimió el deterioro emocional y la resistencia con sus convicciones. Otro notable personaje fue el compuesto por el actor Ralph Finnes el abogado defensor de Katherine quien legitima su porte convincente, elegante pero contestatario y dueño de una voz que hace temblar a cualquier estrado. Por último, Matt Smith como el reportero de The Observer transmite ese olfato periodístico, esa inquietud genuina y la energía que lo lleva a verificar todas sus fuentes y versiones.
La película lleva un ritmo lento pero lo amortigua con una auténtica fotografía de los trasfondos políticos que promueven una guerra ilegal. Con un tono desesperado por llevar la atención en el debate sobre la utilización de los servicios de inteligencia como vehículos de las intenciones insensatas de los gobiernos a los que les chorrea sangre en sus manos. La eficaz actuación de Keira Knightley renueva su faceta más arriesgada y conectada con su papel.
Puntaje:80