“La otra forma” de Diego Felipe Guzman. Crítica. BARS 24.

Cuando uno entra a una sala del BARS, lo mínimo que espera es salir exaltado, aterrado o perturbado. Sin embargo, quienes vieron “La otra forma” de Diego Felipe Guzman, salieron cautivados. El director debuta con un largometraje animado y mudo. Todo un desafío se podría decir, que salió bien. Viene de coronarse como la Mejor película de animación en el Festival de Sitges. 

En esta realidad, para llegar al paraíso hay que tener una forma específica, como de pieza de Tetris. Los cuerpos se deforman diariamente a fin de entrar en la figura que les corresponde. Por este motivo el protagonista vive con una prensa en su cabeza, la cual le irá aplastando el cráneo hasta formar un rectángulo del tamaño correcto. ¿Pero qué pasa cuando deciden no encajar? 

La sociedad posee ciertas reglas implícitas a las que todos nos atenemos en pos de una convivencia sana. Las mismas acarrean ciertos mandatos, los cuales se deben cumplir para ser un ser humano correcto. Trabajar toda la vida para luego jubilarse, tener una pareja estable y procrear, morir sin hacer mucho escándalo. En el caso de la película, estas poseen una presencia en el mundo físico. Son las herramientas que deforman los cuerpos a fin de que logren la forma correcta. 

La animación le permite a Guzman, jugar con esta idea. Sino, seguramente tendríamos actores deformados como en “Brazil” de Terry Gilliam. El bello arte de la película, hace que las grotescas deformaciones que poseen los personajes no resulten repelentes. Todo lo contrario, son de lo más fascinantes y atrayentes. 

“La otra forma” de Diego Felipe Guzman, es una horrorosa belleza. Completamente cautivante, cuya temática al estar abordada desde varios puntos de vista se siente tratada correctamente. Ya el debutar con una película animada es un gran desafío. Pero si le sumamos el hecho de que es muda no encontramos una rareza en estos tiempos. Altamente recomendable.