En una cartelera liderada por grandes blockbusters, la última película de Francesca Archibugi consigue hacerse con un lugar. “El colibrí” viene a ocupar el espacio que dejan libre las grandes producciones. Es de esas películas europeas que tiene un público cautivo, ávido por este tipo de audiovisuales. La que plantea ofrecer una experiencia cautivante, sin exigirte ir vestido de rosa. Llega a los cines mañana 10 de agosto.
Tenemos aquí la adaptación del best-seller homónimo de Sandro Veronesi. La vida de Marco Carrera, “El Colibrí”, podría resumirse en un conjunto de tragedias. Comenzando por el suicidio de su hermana, lo cual marcara su vida amorosa por siempre. Pasando por un matrimonio fallido, mediado por la constante sombra de una relación amorosa clandestina, con quien realmente es el amor de su vida. Pero el colibrí nunca baja las alas.
El punto fuerte de la película es la fragmentación. Este melodrama podría ser uno más del montón, sin embargo la temporalidad se divide en pequeñas piezas que forman el rompecabezas de la vida de Marco Carrara. La no linealidad hace que el espectador se entretenga atando cabos en su mente, exigiendo además un actitud proactiva.
Lo cual además hace que podamos ver a los personajes en un rango mucho más amplio del acostumbrado. Desde niños, pasando por las tormentosas adolescencias y la dura adultez. Esto conlleva, acarreado, un trabajo de envejecimiento mediante maquillaje, que está muy bien logrado. Sobre todo en los protagonistas donde podemos apreciar los sutiles cambios de la edad.
Formalmente “El colibrí” de Francesca Archibugi es una película elegante y prolija. Encuentra la manera de adaptar un libro por demás complejo. Buscando dar ese cuarto de vuelta, a fin de lograr separarse del grueso de audiovisuales del mismo género. Con un Pierfrancesco Favino que lo deja todo en la pantalla.
Calificación.
Dirección
Montaje
Arte y Fotografia
Música
Actuación
Formalmente “El colibrí” de Francesca Archibugi es una película elegante y prolija. Encuentra la manera de adaptar un libro por demás complejo. Buscando dar ese cuarto de vuelta, a fin de lograr separarse del grueso de audiovisuales del mismo género. Con un Pierfrancesco Favino que lo deja todo en la pantalla.