La segunda película de David Albalala retrata la fuga masiva más grande de la historia penal de Chile, durante la cual, tras un año de trabajo, 49 presos políticos escaparon.
Existen muchas películas que toman como eje central la fuga de una cárcel, “Escape de Alcatraz” (Don Siegel, 1979), “Un condenado a muerte se escapa” (Robert Bresson, 1956) y “Le Trou” (Jacques Becker, 1960), por nombrar algunas. “Pacto de fuga” se impone como representante del subgénero en el cono sur. Siendo ésta una película sobre militantes políticos que intentan fugarse, esto último quedando en segundo plano, para convertirse en otro exponente más del género.
En plena dictadura del general Augusto Pinochet, 120 presos políticos, varios militantes de la FPMR (Frente político Manuel Rodríguez), son encarcelados en la cárcel pública de Santiago de Chile. Un grupo reducido de éstos idea un plan de escape casi imposible. El mismo implica la excavación de un túnel subterráneo de 80 metros, con un destornillador como única herramienta. A su vez, también deben esconder la tierra que sacan, calculada en unas 55 toneladas. Con más contras que pros comienzan la titánica tarea que la historia luego conocería como “Operación éxito”.
Una constante a lo largo de todo el film es la implementación de vocabulario propio de la militancia, de modo uniforme. Pareciera que este mero recurso bastaría por sí sólo para representar todas las convenciones del ser militante. De esta manera, jamás se muestra alguna reunión o debate, ni siquiera un intercambio de ideas políticas por parte de estas personas cuyas convicciones férreas y combativas los llevaron a que se encuentren en prisión. Creando así una especie de militancia edulcorada. Ellos, partidarios de la lucha armada contra el dictador que gobierna su país, incluso tras planificar su asesinato, nunca vuelven a tocar el tema; dejando lugar a los diálogos épicos, llenos de datos muchas veces ya brindados y que sólo sirven para la espectacularización del relato.
No obstante, el espectador siempre queda relegado al lugar de vigilante omnipresente u observador, en lugar del prisionero. Lo vemos y sabemos todo, qué pasa adentro del penitenciario, cuáles son los planes en el exterior, lo que hacen los prisioneros tanto como lo que realizan los pacos. Como consecuencia, en ningún momento se termina de sentir el encierro o la necesidad de liberación que viven los personajes. Entonces, el tiempo de la película se vive de la misma manera. Los días pasan sin que nos demos cuenta, aunque se implementen unos intertítulos con el número de día. Pasar del día 11 al 78 podría ser lo mismo que del 15 al 80; las elipsis son cortadas por los pequeños escollos que conlleva la fuga, los cuales los reos solucionan siempre con la mejor de las eficacias.
La musicalización, llena de canciones de la izquierda ochentera chilena, está muy bien planteada. Aunque por momentos toma el control de la película, llevando adelante secuencias de acciones que bien podrían no estar. Uno de ellos montado con sobre-impresiones de imágenes, con pantallazos de cada uno de los personajes, que ayudan al espectador a recapitular en qué situación se encuentra cada uno de éstos.
Una película históricamente correcta, pero que deja muchos de los rasgos autóctonos del lugar y época donde sucedió, uno de ellos muy importante, el fervor militante; dejándole lugar a la mejor espectacularidad Hollywoodense. “Pacto de fuga” está recientemente estrenada por Amazon Prime Video.
Crítica de “Pacto de fuga”
Dirección
Guión
Arte y Fotografía
Músicalización
Actuación
"Pacto de fuga" es una película históricamente correcta, pero que deja muchos de los rasgos autóctonos del lugar y época donde sucedió, uno de ellos muy importante, el fervor militante; dejándole lugar a la mejor espectacularidad Hollywoodense.