Elegante, distinguido, de gran presencia ,reservado, talentoso, porte de caballero en todo el sentido del término, a los 91 años, acaba de fallecer el gran Christopher Plummer, por causas naturales, en su casa de Connecticut, acompañado por su esposa, la actriz y bailarina Elaine Taylor.
Un profesional de ley, con un humor que no dejaba de lado la autocrítica y una gran ductilidad para encarnar cualquier papel, en cine, teatro y televisión. De raíces canadienses, fue un gran humanista y un actor de raza, que amaba su trabajo y era muy respetado por sus pares. Mimado por la crítica, obtiene su primer Oscar y el único aunque fue nominado en varias oportunidades, como actor de reparto, por el film “Beginners” (2011) y también se alzó con otros de los principales premios de Estados Unidos: el Globo de Oro, Emmy y Tony.
En teatro, debutó en Broadway en 1954 encarnando a Cyrano de Bergerat y, luego a Othelo, Macbeth y Rey Lear, entre otros grandes personajes. En cine hizo su estreno en “Stage Struck” (1958) y la fama mundial le llegó cuando encarnó al capitán Von Trapp, en “La novicia rebelde”(1965) junto a Julie Andrews, una composición que no lo dejó del todo satisfecho, por parecer una “figura de cartón” y él quería ponerle más humor. También asumió personajes históricos en “La caída del Imperio Romano”, “Waterloo”, “El hombre que quería ser rey”, “El informante”, “La última estación” y un brillante Paul Getty, en “Todo el dinero del mundo”.
Además, protagonizó en 2014 la versión estadounidense de “Elsa y Fred”, comedia dramática argentina, con Shirley McLaine. Estuvo casado tres veces: con Tamy Grimes tuvo a su única hija, la actriz Amanda Plummer; la periodista Patricia Audrey Lewis y la actriz y bailarina, que lo acompañó en sus últimos momentos, Elaine Taylor. El mundo del espectáculo pierde a un actor extraordinario de la escuela de los grandes intérpretes internacionales, y a una persona de excelentes valores vitales.