Por sobre todas las cosas, Delfín quiere participar de una Orquesta Infantil que se está conformando en una ciudad vecina. Este viaje significará una aventura para él, y también para su padre. Por Bruno Calabrese.
Con una manguera y un embudo Delfín, de solo 11 años, ensaya con la esperanza de tener en algún momento un trombón real para ingresar en una orquesta infantil. pueden ser un perfecto instrumento musical para ensayar mientras se espera por uno real. El deseo y la necesidad hace que el niño se las ingenie para tener un trombón “luthierano” que suene como uno real.
Su vida no es fácil; Delfín vive con su papá en una casita muy humilde en las afueras de Junín. Su progenitor está ausente todo el día, ya que trabaja desde que amanece hasta altas horas de la noche en la construcción. El niño pasa su día repartiendo en una bicicleta para una panadería, que a cambio le da de comer, luego asiste a la escuela, donde el profesor de música le deja tocar un viejo trombón que se encuentra guardado como una reliquia en un armario.
El sueño del niño es tocar en una orquesta juvenil que se encuentra en la ciudad de Junín, es por eso se inscribe para dar una prueba. Pero su sueño choca con su realidad, un padre que carga con su vida, que no puede prometerle nada a su hijo y sufre por sus penurias económicas.
La película hace foco en la relación de Delfín con su padre, más que en esa realidad que ningún niño debe pasar. El trabajo infantil, la falta de alimentación adecuada y la poca atención que le puede prestar el padre, que hace todo lo que puede, atentan contra el desarrollo de Delfín.
El director forma de manera correcta la personalidad de la dupla protagonista. El actor misionero Cristian Salguero (a quien ya habíamos visto destacarse en “La Creciente”, proyectada este año en el BAFICI) se luce en el rol del padre trabajador, solidario con su hijo, muchas veces perdido en el dolor de no poder salir adelante para cumplirle los sueños a su hijo. Valentino Catania sorprende como Delfín, el niño que no piensa dar el brazo a torcer en pos de cumplir su sueño.
El film está bien logrado en cuanto a guión, puesta en escena, imagen y sonido, a pesar de que no ahonda en la situación de pobreza que viven la dupla principal. Se centra en la lucha de padre e hijo por lograr a cumplir el deseo de Delfín, dejando de lado cuestionar las circunstancia del panorama desolador presentado. Igualmente la película es entretenida, con herramientas sencillas; llegando a conmovernos por la conexión de los personajes con la realidad cotidiana que vemos día a día.
PUNTAJE: 75/100.