En diversas plataformas de View on Demand se puede alquilar la película presentada en Cannes, protagonizada por Jessie Eisseberg y Imoge Poots (ganadora a mejor actriz en Sitges). Por Bruno Calabrese.
Gemma (Imoge Poots) es maestra, en pareja con Tom (Jesse Eisenberg), jardinero de la escuela donde ella trabaja. Ambos tienen el deseo de conseguir una casa para vivir. En esa búsqueda llegan a Yoden, una inmobiliaria atendido por un extraño personaje, Martin (Jonathan Aris) quien les ofrece un condominio en un nuevo barrio con casas de producción a escala. Al llegar notan que todas las viviendas son iguales, pintadas del mismo color y la misma disposición en la ubicación de jardines y muebles. A pesar que las casas están finalizadas, nadie vive en ellas. Luego de mostrarles a Gemma y a Tom, Martin desaparece sin dejar rastros Al intentar salir del barrio se dan cuenta que están encerrados dentro de un laberinto que siempre los conduce a la casa número 9.
El intento por salir de ese lugar da comienzo a un asfixiante relato que funciona como metáfora de un modelo de vida impuesto. A Gema y a Tom no les queda otra que vivir en esa casa de estructura perfecta, pero sin alma, muy lejos de parecerse al hogar que ellos deseaban. Se ven en la obligación de criar un hijo que les llega en una caja, las mismas donde les llega la comida. Encima crece rápidamente, es griton, caprichoso y absorbente con la joven. Esta situación repercute en la pareja, que empieza a distanciarse poco a poco. Tom obsesionado en cavar un pozo que lo va a llevar a escapar de ese lugar y ella resignada a cuidar a ese engendro no deseado.
“Elige una vida” rezaba Mark Renton (Ewan McGregor) en el prólogo de Trainspotting. Elige también cuando tener hijos como tenía decidido a hacerlo Gemma. EL siniestro vendedor de casas le muestra la habitación azul para su hijo, a lo que ella le contesta “todavía no” y Martín se burla repitiendo socarronamente la frase. “Vivarium” reflexiona sobre la maternidad de una manera exagerada y burda. Exagerando todo para llegar al punto que Gemma se sienta agobiada con llevar adelante algo que ella no deseó. Mientras que Tom encuentra en ese pozo infinito la válvula de escape de esa realidad asfixiante, sin darse cuenta que está cavando su propia tumba.
Para el final, cuando ambos estén exhausto de la inagotable vida que son obligados a llevar adelante se darán cuenta que la felicidad está en las pequeñas cosas, como el viento acariciándoles la cara. Caerán en la cuenta que perdieron el tiempo buscando la felicidad en algo material (simbolizado en la casa), cuando eso estaba al alcance de la mano. El hogar estaba en ese simple desayuno con huevos revueltos que ella le hizo la primera noche donde durmieron juntos. Todo en una escena tierna y triste, de los dos jóvenes acostados en la vereda de la casa.
Pero más allá del drama y lo asfixiante que resulta el film (justo en momentos de encierros en cuarentena), no olvidemos que es una película de ciencia ficción. Con una estética artificial, salida de una película de Tim Burton mezcla con “The Truman Show”, quedando como resultado una especie de “Sims” cinematográfico, una simulación de una porción del ecosistema humano como si fuese una especie de vivero. Quien maneja los hilos en “Vivarium” es lo menos importante, aunque sea lo que más nos atrapa como espectadores. Lo importante es su reflexión sobre la maternidad, sobre el deseo y la insatisfacción eterna del ser humano en su búsqueda de una vida perfecta.
Puntaje: 80/100.
Actuación
Arte
Guión
Fotografía
Música
En tiempos de cuarentena obligatoria, "Vivarium" es un asfixiante relato de ciencia ficción sobre la maternidad impuesta y la eterna insatisfacción del ser humano.