“Vidas Pasadas”: la ópera prima de Celine Song, llega a Max con una historia sobre el amor y su persistencia en el tiempo

Un nuevo mes trae, en consecuencia, nuevos estrenos en las grandes plataformas de streaming. En julio, entre ellos, aparece la gran apuesta de HBO Max: Vidas Pasadas. Este drama coreano-estadounidense nos invita a recorrer un viaje nostálgico, donde prima la conexión entre dos seres a través del tiempo: el amor, la añoranza del pasado, lo que pudo ser y lo que fue.

Este film narra la historia de Nora y Hae Sung, dos amigos de la infancia con una aparente conexión magnética, que se reencuentran en la adultez, luego de haber seguido vidas muy distintas en países diferentes. Celine Song, directora y guionista, capta a la perfección cómo ni el choque de culturas ni la distancia, logran borrar un profundo vínculo que, a pesar de los obstáculos, insiste en perdurar.

Song  aborda con sensibilidad y precisión el dilema que atraviesa Nora, la protagonista, dividida entre el deseo personal de desarrollarse profesional y artísticamente en Nueva York, y el lazo persistente que la une a Hae Sung. En medio de ese recorrido, Nora construye una nueva vida, se casa con un escritor judío y neoyorquino y elige otros caminos posibles. Aquí, el gran acierto de la directora es lograr compaginar con astucia esa dicotomía entre la proyección individual, la construcción de su presente, y el eco emocional de un vínculo que nunca terminó de apagarse. Pareciera que la película está todo el tiempo al borde de caer en clichés, o en estereotipos. Sin embargo funciona porque no se resuelve con fórmulas fáciles.

En este enigmático film  aparece también el concepto coreano de In-Yun: término que significa “providencia” o “destino” y alude a la creencia de que los encuentros entre personas no son casuales, sino que están predestinados por lazos que se tejieron en vidas pasadas
. Aquí se retoma esta noción que sigue una línea similar a la de “el hilo rojo”, como una forma poética de repensar los vínculos.

Protagonizado por Greta Lee y Teo Yoo, las actuaciones son sobrias, intensas, emanan complicidad. También cuenta con la participación de John Magaro, que no por no ser un personaje principal no brilla: su performance  aporta y enriquece la narrativa en esta ópera prima de una directora que ya está en la escena y que promete quedarse.

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