“The Crown”, cuarta temporada. Crítica.

De la calma a la intranquila tempestad.

Netflix estrenó la cuarta temporada de la aclamada serie que engloba desde fines de la década del setenta hasta finales de los ochenta.

No es la primera vez que existe alguna serie o película que haya reflejado la historia de las monarquías, desde el morbo o la fascinación de las familias que desde sus comienzos exhiben una forma tan tradicional e inquebrantable para el resto, hasta cómo más que una “familia” se parece más a una estructura que está bajo el ojo público y la persecución desde el momento de su nacimiento.                                                                                                         

En este caso nos encontramos con uno de los sistemas monárquicos más antiguos y también de los que más intentan ocultar las diferencias tanto familiares como extra-familiares. El problema en cuestión es cuando hay conflictos que no se pueden sostener y terminan saliendo a la luz; personalidades que afloran resultando más tóxicas de lo que creían ser, otras que en cambio absorben el carisma y la simpatía de los ajenos y el conservadurismo de las tradiciones que choca con el estilo clásico y provoca más rispideces que aciertos.

“The Crown”, en su cuarta temporada, refleja los hechos más importantes e influyentes de la historia contemporánea tomados desde la perspectiva británica. Nuevos personajes ingresan a la historia para generar conflictos y poner en tela de juicio el lugar de la monarquía ante los ojos del mundo: la serie muestra desde disputas sociales, violencia, la presencia de un intruso que lleva su reclamo hasta la habitación de la misma reina, un conflicto bélico propiciado por la nueva Primer Ministro Margaret Thatcher (Gillian Anderson) y hasta la aparición de la figura de Diana Spencer (Emma Corrin) que capta toda la atención con su carisma y belleza dejando totalmente de lado la atención de la reina y, a su vez, terminando envuelta en un torbellino de engaños y mentiras que la atrapa hasta dejarla caer, obligándola a conservar las apariencias.

La delgada línea roja entre realidad y ficción

En este tipo de series, donde se retratan hechos de la realidad, suele ser fácil caer en la cuestión de cuánta exageración hay en la trama o hasta dónde se puede llegar meramente a captar la atención del espectador. Esto mismo también sucede cuando se adapta un libro en que se busca que sea lo más fiel posible a la original, pero a la vez se trata de incluir tramas y/o personajes para que cierren las historias de la mejor manera.

En este caso, hay acontecimientos que se dramatizan o que tienen mayor carga emotiva que en cualquier otra situación podría resultar negativa; pero, al contrario, los diálogos resultaron ser más dinámicos aun en situaciones de tensión o en discusiones. En esta tanda de capítulos, los diálogos que se construyen entre la reina Isabel y su entorno toman más fuerza a lo largo de los episodios; los cruces entre los personajes nuevos y la familia real los llevan a un punto máximo de principio a fin.

La dirección de la realeza

Si algo caracteriza a “The Crown” desde el comienzo, es el manejo de los planos, de la fotografía y el arte unidos casi de la mano, mostrando de distintas formas no sólo los grandilocuentes de los castillos y palacios, sino de los exteriores; además se caracteriza por las secuencias de montajes entre los hechos reales, relatos, voces en off, de algún noticiero o entrevista, y momentos característicos mezclados con las canciones de la época.                       

Por lo tanto, en esta temporada se hizo hincapié en enfatizar un compendio de situaciones donde se mostró por demás momentos incómodos con solamente miradas y expresiones faciales (como, por ejemplo, con el anuncio del compromiso de Carlos y Diana), o la dureza de Thatcher en los encuentros con la reina que denostaban una actitud fría, tradicional y estructurada (en especial en su visita a al castillo de Balmoral en Escocia con la incomodidad y el choque de personalidades entre ella y la familia real).

Mucho más que buenas interpretaciones

Otra cosa que caracterizó las temporadas anteriores fue el alto nivel en cuanto a lo actoral, desde Claire Foy y Matt Smith completando el primer elenco hasta el que está terminando ahora con Olivia Colman, Tobias Menzies y Helena Bonhan Carter, y esta vez se puede decir que es superior, no solamente se destacan las nuevas incorporaciones, sino también en las interacciones y en los diálogos propios.                                                                                       

En cuanto a Gillian Anderson, su interpretación iguala (y hasta supera) a la realizada por Meryl Streep en “The Iron Lady” (2011), que le valió un Óscar por mejor actriz, a través de la forma de moverse y de cómo se expresa, mostrando a una mujer implacable y fría pero que detrás de todo eso siempre hay algo que la puede quebrar.

Por otro lado, con Emma Corrin interpreta a una joven Lady Di en su “cuento de hadas” que a lo largo de la serie vemos que no lo es tanto como ella se imaginaba, rodeada de inseguridades, de un trastorno alimenticio, depresión y el sentirse que no encaja con lo que ella buscaba. La actriz logra entregar al espectador la esencia de Diana Spencer desde su pequeña inocencia hasta chocarse con la realidad de que deje de importar lo propio sino “mantener las apariencias”. Además, no podemos dejar de mencionar la nueva revelación, Josh O Connor, que encarna al Príncipe de Gales tomando la frialdad y, por momentos, la incomodidad que tenía al estar al lado de Diana, pero a su vez la calidez que sentía al compartir momentos con Camilla Parker Bowles.

Cuando en la unión todo funciona

En los relatos de época lo que prima suele ser la fotografía y el arte, tomada de diferentes ángulos, mostrando planos maravillosos que hacen que el que lo está viendo se sumerja por unos segundos en ese mundo y quiera formar parte: desde un paisaje exterior, un castillo, un palacio o hasta el detalle en un vestido; cosas que hacen que detalles que pueden no resultar importantes en estos casos, toman más relevancia y se conjugan junto con la dirección para sentir que se viaja a través del tiempo sin estar ahí.                                                                   

La música, por otro lado, se compone de temas más clásicos (el 2Main Theme” sigue siendo el mismo desde la primer temporada hecho por “Hans Simmer”) y, particularmente, en las escenas de Thatcher suena una música más oscura que estremece por momentos; en contraposición, suenan los artistas prolíficos de la década como Blondie, David Bowie, Queen, Duran Duran, entre otros, dando ese aire más fresco que muchas veces hay escenas que lo requieren.

El vestuario de una época

Cuando mencionamos a Lady Di se hace casi imposible no imaginar a la mujer carismática, siempre con una sonrisa mas allá de lo que estaba viviendo ella con sus problemas familiares y propios; una mujer que logró ganarse el cariño de los lugares donde visitaba, incluso, dejando de lado al su marido el Príncipe Carlos.

Pero también, Lady Di fue símbolo de estilo, de moda, de vanguardia, usando vestidos de estampados o colores pasteles más naif y aniñados, representando su inocencia a la vista de todos. Del traje azul usado el día del anuncio del compromiso, los conjuntos de la gira por Australia y Nueva Zelanda, hasta el vestido de novia creado por David y Elizabeth Emanuel, que se convirtió en la prenda cargada de iconicidad no sólo para Gran Bretaña sino para el mundo. En la serie, la vestuarista, Amy Roberts, y su equipo fueron los encargados de recrearlo y se nota de hecho a la perfección, salvo algunos detalles casi imperceptibles a la vista, pero que insertan al espectador como si hubiera sido un invitado más del casamiento.

Una cuarta temporada brillante

En conclusión, la cuarta temporada de “The Crown” ofrece y supera lo que el espectador estaba buscando: personajes extremadamente sólidos, diálogos que dicen más por sí mismo y, tal vez, con más carga de acción y emotividad que la temporada anterior; actuaciones que sobresalen y dejan boquiabierto y una recreación total de la época desde maquillaje, peinado y vestuario. Si hubiera que preguntarse si esta temporada es la mejor, probablemente lo sea ya que con todo lo mencionado se combina y arma un relato perfecto. Una temporada extremadamente conjugada por mujeres, que dejaron y aun hoy dejan su huella en el mundo entero para bien y también para mal.

Lamentablemente, habrá que esperar un año ¿o dos? para la temporada número cinco pero al saber los hechos que tomará y el nuevo elenco que estará protagonizándola, deja un ala de expectativa que encaja directamente con la serie.

 

The Crown: Temporada Cuatro

Arte
Actuación
Dirección
Fotografía
Guion
Música

Sin dudas, aumenta el valor de la serie con la conjunción de actuaciones sobresalientes, diálogos que harán que el espectador se tensione pero para bien y hechos que tocan la era contemporánea.

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