Desde que la historia es historia han existido parejas que han dejado huella, en todo sentido posible. Pero si hablamos del mundo de la música, una de las más influyentes y turbulentas fue la de Elvis y Priscilla Presley, retratada en Priscilla, de Sofia Coppola. El film estrenado en el Festival de Venecia llegará a los cines argentinos el 28 de diciembre.
La película, basada en la autobiografía de la actriz –Elvis y Yo (1985)-, cuenta el comienzo, desarrollo y desenlace de la relación entre una joven Priscilla Beaulieu (Cailee Spaeny), de 14, y un ya consagrado Elvis Presley (Jacob Elordi), 10 años mayor.
Este es el lado B del cantante y actor, tanto figurativa como literalmente. Detrás del brillo, los trajes y la música, encontramos a un ser humano al que se le aceptan todos los caprichos, es manejado por las presiones externas e internas -además de las de su manager- y ni hablar de los chupamedias de turno. Lo que empieza como una amistad inocente y respetuosa se convierte en un romance sórdido, tóxico y manipulador -casi bordeando la violencia psicológica-.
El peso cae sobre la actuación
Las actuaciones de los protagonistas es una de las cosas que hace soportar el peso dramático de la cinta. Tanto Cailee Spaeny -ganadora en Venecia y posible candidata a los Oscar- como Jacob Elordi -ya muy lejos de El Stand de los Besos- pudieron llevar a la pantalla interpretaciones comprometidas con lo que la realizadora quiso contar. De raíz, esto anula la comparación de esta versión con la de Baz Luhrmann. Como se dijo anteriormente, este es el detrás de escena del frenético estilo de vida de Elvis.
Más allá de la gran cinematografía y del diseño de vestuario y escenografía, es un guion con fallos, una película lenta y, por momentos, pesada. Priscilla no niega la historia de amor, pero sí muestra que nunca fue la protagonista de su propia historia hasta que se separó de Presley.
Calificación
Dirección
Montaje
Arte y Fotografia
Música
Actuación
Sofia Coppola cuenta la historia cruda y real de uno de los matrimonios más poderosos de la música estadounidense. Más allá de los defectos del guion, lleva una temática controversial y polémica a la pantalla grande. Dará de qué hablar.