El documental reconstruye la historia de Adrián Alejandro Ferreiro, quien vivía acompañado por sus dos perros en la vereda de Scalabrini Ortiz esquina Santa Fe, en la Ciudad Buenos Aires, y era gratamente querido por sus vecinos. Un día se lo llevó una camioneta del gobierno porteño y murió poco después al ser encontrado con signos de golpes.

Sus vecinos narran las anécdotas que recuerdan de él y describen su bella forma de ser, sonríen pero también lloran al sentirlo tan cerca emocionalmente pero sufrir su ausencia física, por hechos injustos e inhumanos. En boca de cada uno de los que lo quería, “Pechito” siempre adquiere adjetivos que lo califican como locuaz, simpático, respetuoso, inseparable de sus perros (Pechín y Galo) y hasta lo tildan de “payaso” al siempre estar tratando de esbozar sonrisas en los demás.
Con “Pechito” como punto de partida, el relato también problematiza y lleva a cabo una crítica social sobre el abandono por parte del estado que sufren las personas en situación de calle. En el documental se hacen explícitas diversas fuertes institucionales que aportan datos sobre dicha cuestión manifestando ser uno de los problemas que la Argentina arrastra desde hace muchos años y que en la última década se ha potenciado aún más. Por otro lado, también sus vecinos remarcan la consciencia que “Pechito” les hizo tomar respecto a las personas que viven en la calle, de no bajar la mirada, de no cuestionar ni juzgar, y de acercarse ya que como dice en protagonista en una charla “no es pecado ser indigente”.

Viviana, era de todos los vecinos la más allegada a Alejandro, como ella prefería llamarlo. Su voz plasma la nostalgia y también cada una de las ocurrencias que él tenía, desde comprar caramelos para dárselos a nenes que pasaban volviendo de la escuela, hasta para juntar plata y regalarle a una nena del barrio una bici. “Pechito” era un ícono, pero así como era querido también había otros a los cuales su presencia les molestaba –aunque contados con los dedos de una mano– una de estas mencionadas destruyó su equipo de música con el que él se divertía cantando y transmitiendo alegría.
El 30 de agosto de 2013 la camioneta de un organismo que depende del Gobierno de la Ciudad, el cual tiene como objetivo atender a personas en “situaciones de emergencia o con derechos vulnerados”, se llevó a “Pechito”. Los vecinos intentaron localizarlo en el hospital donde habían dado palabra de que estaría, pero allí nunca había llegado.

El filme no se destaca ni por sus audios, ni por sus tomas; sino por la intención y la manera de contar una historia que atraviesa la realidad social y que pone como foco a un ícono del barrio de Palermo que despertaba la atención de muchas personas y capturaba con su carisma desde fotoperiodistas internacionales hasta turistas y que también supo mantener una mínima –pero cierta– correspondencia con el papa. A través de esto se manifiesta la desesperada búsqueda de los vecinos que recorrieron e hicieron todo lo posible por encontrar y cuidar –siempre– de “Pechito”. Viviana, y todas las vecinas/os son el fiel reflejo de la sensibilidad que hay y se debe tener, pero que mal que pese, aún falta.
Tal y como dice una de las vecinas mirando al cielo: “Te llevaste en andas al ángel de los perdedores”. “Pechito” aún vive en cada uno de los que tuvieron el placer de conocerlo, a quienes les mostro su luz y encandiló con su sonrisa.
Calificación
Actuación
Arte
Fotografía
Guion
Música
El documental plasma de manera excelente el visibilizar mediante un caso concreto el abandono por parte del estado que sufren las personas en situación de calles y acercar una nueva perspectiva.
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