Lolita criolla, “Emilia” de César Sodero. Crítica

La realizadora presenta su ópera prima en el Festival Asterisco.

La séptima edición de Asterisco, Festival internacional de cine LGBTIQ+, se lleva a cabo de manera virtual en varias plataformas por cuestiones pandémicas. Dentro de la Competencia latinoamericana de largometrajes está programada la primera película de Cesar Sodero, “Emilia”.

Un viaje errante, sin meta aparente, de autodestrucción y desamor, que al mismo tiempo critica algunas normas preconcebidas de la sociedad como el mandato de la maternidad, mientras intenta ser disruptiva.

Tras una ruptura amorosa Emilia (Sofía Palomino) deja a Ana, su pareja, y vuelve a su pueblo natal en la Patagonia. Al mismo tiempo que busca reencontrar el rumbo en su vida, tiene que adaptarse a convivir con su madre. El reencuentro con sus amistades pasadas reabre viejas relaciones ya caducas. Al poco tiempo encuentra trabajo como profesora de gimnasia en un colegio, allí se apasiona carnalmente con una alumna a la que perseguirá hasta concretar su cometido.

No sólo de su relación fallida huye Emilia, también lo hace de las convenciones sociales que se encuentran intrínsecas en nuestra sociedad. Las mismas estipulan que se debe tener una pareja, formalizarla, sentar cabeza y tener descendencia. Su error fue buscar tranquilidad en su pueblo natal, pueblo chico infierno grande. A su llegada, la esperan una madre que no la acepta, su mejor amiga de la infancia quien a cada momento le recuerda que debe maternar y un futuro incierto de chatos horizontes en un pueblo perdido en el sur del país.

El duelo de una ruptura es algo que, a grandes rasgos, por lo que todos pasamos o pasaremos en algún momento de la vida. Lo que dure este proceso es totalmente personal y no existen fórmulas mágicas o remedios para que se termine más rápido. Por lo general, un efecto secundario es la toma de malas decisiones. En el caso de la errabunda Emilia eso se ve exponencialmente multiplicado, comenzando por dejarle todas sus pertenencias a su ex pareja, pasando por mantener relaciones con su novio de la adolescencia y culminando por un enamoramiento con una menor de edad. Todo en busca de un placebo que aplaque el dolor de un corazón roto.

Tanto al personaje como a la película no se le pueden dejar pasar esta última “mala decisión” que toma. Un duelo amoroso no es justificación suficiente para la romantización de un estupro. A destacar, sobre la protagonista no recae consecuencia alguna de todas sus acciones; esto sin mencionar que la relación de poder directa que existe en el vínculo Rosario alumna – Emilia profesora deja a la primera en una situación vulnerable que se pasa totalmente por alto. Si bien a Emilia se la desvincula del cargo docente, en ningún momento realmente se aclara que sea por este hecho. Intentando de esta manera jugar o romper con los límites, la película no logra resolverlo correctamente y termina por naturalizar una problemática por lo menos grave.   

A su vez, no se puede pasar por alto el aspecto fotográfico y artístico. Correctamente combinados brindan al filme una estética prolija y cuidada que péndula entre cálidos y fríos; acompañando a la narrativa que por momentos vagabundea por las ventosas calles del pueblo en la Patagonia. Con sus aciertos y sus errores, la ópera prima de César Sodero deja vislumbrar un autor que sabe narrar muy bien sus historias.

Calificación

Dirección
Montaje
Arte y Fotografía
Música
Actuación

No se puede pasar por alto el aspecto fotográfico y artístico. Correctamente combinados brindan al filme una estética prolija y cuidada que péndula entre cálidos y fríos; acompañando a la narrativa que por momentos vagabundea por las ventosas calles del pueblo en la Patagonia. Con sus aciertos y sus errores, la ópera prima de César Sodero deja vislumbrar un autor que sabe narrar muy bien sus historias.

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Francisco Mendes Moas

Estudio, hago y escribo sobre cine. Mi relación con el séptimo arte siempre peligra con convertirse en una peligrosa adicción.

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