Pasaron dos años de aquella edición online del BARS (2020), en plena pandemia las películas sólo podían verse de manera virtual. Ahora que ya se calmó un poco, todo, “El cadáver insepulto” de Alejandro Cohen Arazi llega a las salas de cine. Para verse como fue pensada, en la pantalla más grande posible, con mucha gente alrededor.
Maximiliano es huérfano y se crió en un orfanato. Cuando tuvo la edad suficiente se fue a la gran ciudad a estudiar psiquiatría. En la actualidad le suceden dos cosas, tiene extrañas visiones de su pasado y debe volver al pueblo de su infancia ya que su padre falleció. El reencuentro con todos sus hermanos es inevitable y misterioso, además descubre todos los secretos que ellos guardaban en su ausencia.
Si el concepto de “américa profunda” se utiliza para describir a los pequeños pueblos de Estados Unidos, podríamos adaptarlo para hacer lo mismo con nuestra tierra. Alejandro Cohen Arazi se las arregla para retratar de manera cruda y sin mediaciones a la “Argentina profunda”. Esos pequeños conglomerados de casas que derivaron en pueblos y ya nadie recuerda. Donde las tradiciones están talladas en piedra y la innovación se mira con recelo.
Esto no quiere decir que no suceda en otro lugares, la comida en familia que en la película es innegociable aún es costumbre en muchas partes. La figura avasallante y autoritaria del patriarca gobernante también. Entonces se genera un choque muy interesante entre la realidad actual de Maximiliano y su pasado. Donde él ya no aguanta lo terrorífico que sucede, pero no puede hacer nada para cambiarlo.
“El cadáver insepulto” de Alejandro Cohen Arazi sabe lo que quiere contar, no adorna todo con planos innecesarios o un montaje complejo. Lo mundano lo convierte en terrorífico, o mejor dicho lo muestra tal cual es. Generando de esta manera un relato atrapante, que no permite despegar los ojos de la pantalla.
Calificación.
Dirección
Montaje
Arte y Fotografia
Música
Actuación
“El cadáver insepulto” de Alejandro Cohen Arazi sabe lo que quiere contar, no adorna todo con planos innecesarios o un montaje complejo. Lo mundano lo convierte en terrorífico, o mejor dicho lo muestra tal cual es. Generando de esta manera un relato atrapante, que no permite despegar los ojos de la pantalla.