Las historias nunca se cuentan por la mitad, por lo que es un alivio al fin poder completarla. Duna: Parte 2 es una película de Denis Villeneuve que llega a los cines el 29 de febrero.

La cinta comienza inmediatamente después de los eventos de la anterior: Paul Atreides (Timothée Chalamet) con su madre (Rebecca Ferguson) escaparon del ataque provocado por los Harkonen, y están actualmente con los Fremen. Por su parte, también conoceremos nuevas perspectivas, como las del Emperador (Christopher Walken) y su hija, la princesa Irulan (Florence Pugh), al igual que presenciaremos el poder del psicópata Feyd-Rautha (Austin Butler).

Desde el punto de vista técnico, mantiene la línea de la primera parte: desde la cinematografía hasta la música pasando por la dirección de arte y el diseño de vestuario, estamos ante una gran producción que atrapa y acapara todos los sentidos. No por nada la anterior se alzó con 6 Premios Oscar en estas categorías y también por eso es menester verla en una sala que tenga un buen sonido.

Ahora, si la vemos desde el punto de vista argumental, se nota una clara mejora. En realidad, es lógico que en la original haya habido mucho desarrollo y en esta observemos el clímax de toda esa presentación, ya que lo que estamos viendo es la segunda mitad del libro escrito por Frank Herbert.

A la altura de las actuaciones

Las actuaciones del elenco siguen estando a la altura de lo que pide el proyecto: hay momentos en que Javier Bardem se roba la escena con su fanatismo religioso, y hay otros en los que Austin Butler acapara nuestra atención con su talento. No hay que olvidarse de la presencia de Zendaya y de Chalamet, que logra una maduración frente a cámara digna de un actor de su talento. Tampoco menospreciemos el trabajo de la argentina Anya Taylor-Joy, cuyo rol secreto dejará a varios con la boca abierta.

Aunque siga al pie de la letra el típico viaje del héroe, tan visto en un montón de otras cintas, Duna: Parte 2 no deja de ser un film que atrapa, entretiene, y a la vez no tiene miedo de tocar temas como la religión, la política y el poder. Son dos horas y media que se pasan volando.