Crítica de “Nunca es tarde para amar”

El próximo jueves 18 de abril llega a los cines del país, “Nunca es tarde para amar” del reconocido actor y director italiano Gianni Di Gregorio. El autor de “Un feriado particular” y “Gianni y sus mujeres” regresa a la pantalla grande, delante y detrás de cámara, para narrar como el solo lo puede hacer, una historia tan sencilla, humana y sensible, como cautivante y encantadora.

Astolfo (Gianni Di Gregorio), es un  profesor jubilado que de forma repentina es intimado a abandonar el departamento que alquila en Roma. La dueña precisa recuperarlo para dejárselo a su hija y no le da opción a nuestro querido protagonista, que sin dinero, toma la apresurada decisión de regresar al pueblo de sus antepasados. Un palacio familiar, último vestigio de un patrimonio abandonado, ahora en ruinas, que no ha visitado hace varios años.

Una vez allí descubre que en la casa vive una persona marginal que la ocupa desde hace largo tiempo. Astolfo, de buen corazón, no solo acepta que siga viviendo en la residencia, sino también, al poco tiempo, suma a un cocinero jubilado que conoce en la almacén y además a un joven desempleado que llega casi de casualidad para reparar la cocina. Entre charlas, pastas y vino los cuatro amigos se acompañan en su soledad.

A continuación, Astolfo que parece ir adaptándose a esta nueva vida se encontrará con la encantadora y coqueta Stefania (Stefania Sandrelli), una abuela que pasa sus días cuidando a sus nietos y quién al cruzar miradas y como un flechazo al corazón abrirá las puertas del amor y a una segunda oportunidad. Motivado por sus nuevos  amigos, el profesor acabará embarcándose en un inesperado romance.

En este sentido, Di Gregorio, que se mantiene fiel a si mismo, construye, una vez más, un relato cimentado por una estructura que parece ser elaborada de forma casual, mediante una gran naturalidad en las interpretaciones, con actores que por momentos parecen improvisar sus textos. En definitiva, un esperado y bienvenido regreso al cine de un destacado realizador, que se luce siempre a la hora de contar pequeñas y bellas historias.