Ingresar a la mente de Strickland o de Lanthimos es una experiencia fascinante. Sus cortos, disponibles en MUBI, lo demuestran ampliamente.
Dos directores muy famosos, con una marca de autor bien profunda. Dos cortometrajes hipnóticos, que nos llevan a otra dimensión. Dos narraciones que no responden a ninguna de las pautas tradicionales: que inquietan al espectador, lo sumergen en un mundo de sueños, exploraciones, distopías y relatos fantásticos.
“COLD MERIDIAN” de Peter Strickland y “NIMIC” de Yorgos Lanthimos son dos propuestas para los paladares más exigentes y para los espectadores más predispuestos a las experiencias menos convencionales.
Strickland, autor de “Barberian Sound Studio” y “El Duque de Burgundy” mezcla en su universo, sensaciones que ya había explorado en trabajos anteriores siempre con un especial acento en el sonido, la colorimetría (en este caso con un radiante blanco y negro) y la potencia de las imágenes. En este caso, su trabajo combina su particular marca de autor con una exploración propia de nuevos lenguajes y para ello se nutre de las experiencias ASMR sobre las que ya había trabajado en “In Fabric”, su último trabajo.
Basadas en la autosatisfacción del cerebro, las experiencias que propone la ASMR conectan con la sensación placentera que se logra cuando se escucha algún sonido o se ve alguna imagen, lo que se traducen en reducción del stress y la ansiedad pero sobre todo en estímulos positivos y una sensación de calma. Strickland lo logra, poniendo especial énfasis en estas dos dimensiones de sonidos e imágenes y justamente inicia su trabajo con un masaje capilar mientras lavan la cabeza de la protagonista y nos transportamos junto a ella.
Lo interesante de “COLD MERIDIAN” es que como espectadores, nos encontramos en la permanente incertidumbre si el campo de lo onírico invadió la historia o si estamos en presencia de una representación real, navegando intermitentemente entre una narración única o con múltiples capas superpuestas. Lo que vemos.. ¿es sencillamente lo que vemos o es lo que alguien está soñando, o es la interpretación que hace quien lo está viendo?
Quizás uno de los mayores aciertos de Strickland es ir llevándonos a través de las imágenes de una pareja que puede estar tanto protagonizando una “danza” sexual desnudos y vulnerables como agrediéndose de una manera voraz. Quizás sólo seamos testigos de una performance montada para el ojo voyeur del espectador y que quede a nuestra libre interpretación.
Lo que quizás sólo importe, es que ya hemos quedado atrapados en las redes de este pequeño corto que con tan sólo algunas escenas nos permite disparar nuestra mente en varias direcciones.
Actor / Autor / Espectador, Placer / Imagen / Mirada, Tensión / Susurros / Relax, son varios de los ejes en los que trabaja alternativamente en sus tan sólo siete minutos de duración, como sólo un artista de la talla de Strickland puede hacerlo.
Como tándem perfecto para “COLD MERIDIAN” en la plataforma MUBI también encontramos otro trabajo en el terreno del cortometraje. En este caso es “NIMIC” del gran Yorgos Lanthimos (“La favorita” “Langosta” “Canino”, entre otros), trabajos que parecen tener múltiples puntos en común, sobre todo en lo que respecta a finales abiertos, espectadores que activamente deben participar del hecho artístico completando la propuesta y una narración que tiene una fuerte base en lo fantástico y con dos construcciones sumamente originales.
En el caso de “NIMIC”, Matt Dillon es un violinista de una orquesta quien después de un concierto / ensayo regresa a su casa en el subte. Algo tan sencillo como preguntarle la hora a una joven sentada en el subte enfrente a él, hace comenzar un juego fantástico que pivotea entre la mímica, la copia hasta llegar a pensar en la usurpación de un cuerpo y la toma de su identidad, llevando la situación al extremo.
La mujer comenzará a repetir, a replicar cada uno de sus movimientos, a tomar su exacto lugar, hasta penetrar en su casa, en su terreno más íntimo y confundir a su familia pidiendo que decidan quién es quién.
Pero el universo de Lanthimos, que ya percibimos como complejo y lleno de vericuetos, se torna más profundo aun cuando nos muestra que esta situación de imitación pareciera abrirse con ese simple pregunta y repetirse en una especie de loop incesante en donde se intercambian los roles y quien antes ha perdido su lugar será ahora quien tenga la oportunidad de tomar una posición nueva, ajena. Para ello, la elección que hace Lanthimos de personajes de etnia marcadamente diferente y que inclusive completa con la pareja e hijos del protagonista, aumenta el clima distópico y de rareza frente a lo que es ostensiblemente diferente y sin embargo, los involucrados, parecen no poder diferenciar.
Con estos dos últimos trabajos, ambos disponibles en MUBI, tanto Strickland como Lanthimos demuestran una fuerte potencialidad para inquietar al espectador y empujarlo a zonas más oscuras y amenazadoras, con dos cortometrajes con los que es imposible permanecer ajeno.