Una nueva propuesta documental se presenta en carácter de preestreno este martes 09/03 a las 00:30 (repite a las 4:00 horas) en Cine.ar TV.
La marginalidad, el sistema de reclusión en los institutos de menores y su vinculación con el sistema carcelario es uno de los ejes más importantes de “CHETO CHETO” el nuevo trabajo de Fabio Zurita, en el que con un registro documental tradicional, se sumerge en este escenario de características tan particulares. Desde allí, se retrata la convivencia, el compañerismo y los vínculos que surgen en este grupo de jóvenes que se encuentran privados de su libertad.
Después de visitar diversos institutos de menores, Zurita comienza a quedarse fijo en el Instituto Araoz Alfaro de La Plata, uno de los que tiene una mayor fama de marginalidad porque alberga la mayoría de los casos de menores con problemas de conducta que no logran adaptarse al sistema, incluso una vez que lograron su libertad, reinciden y deben volver a vivir entre rejas.
En ese contexto de encierro y de reclusión, de posibilidades limitadas, padeciendo una fuerte discriminación y con un difícil proceso de (re)inclusión social, aparece, como una alternativa luminosa, la posibilidad de que estos jóvenes se contacten de alguna manera con su faceta más creativa y personal. Entre las diferentes propuestas de diversas actividades, una de las que tiene mayor convocatoria y que es registrada por la cámara de Zurita, es el taller de cine del que participan.
De esta manera, con su cámara en mano -y en ciertas oportunidades los propios protagonistas con teléfonos celulares-, “CHETO CHETO” logra registrar algunas de las vivencias más íntimas, sus preocupaciones, sus sensaciones, poder hablar de sus sueños una vez lograda la libertad, y sus confesiones más privadas cuando relatan las historias de sus amigos, muchas veces con desenlaces completamente inesperados.
Zurita logra visibilizar con su cámara esa posibilidad de generar un nuevo lenguaje de expresión para este grupo de jóvenes que, de esta forma, encuentra un canal para desarrollar sus ideas y comenzar a plasmarlas en sus filmaciones y en sus proyectos de cortometrajes. A través de ciertas películas que se van mostrando y analizando en el taller, se abren nuevas posibilidades a un lenguaje audiovisual desconocido y comienzan a estimularse diferentes canales para poder desarrollarse y tomar nuevos desafíos.
No solamente comenzarán a contar sus historias de vida frente a la cámara de un modo testimonial, confesional y sincero sino que además empiezan a vivenciar ciertos placeres como la lectura de ciertos textos a los que antes no habían accedido y de esta manera, sentir la necesidad de comenzar a escribir sus propios relatos y que luego sus propios poemas sean interpretados por los propios compañeros de taller.
El trabajo que ha realizado Zurita con estos jóvenes queda plasmado en “CHETO CHETO” donde además, dentro del taller, ha contado con la presencia de directores de cine, actores, escritores, guionistas y técnicos, y una de las visitas más importantes ha sido la de Osvaldo Bayer cuya charla con los alumnos queda inmortalizada en una de las escenas más interesantes del documental.
Lo más destacable de este trabajo es que permite humanizar y visibilizar a estos jóvenes estigmatizados y que ellos mismos deciden expresarse para lograr despegarse de los arquetipos dentro de los que socialmente siguen atrapados. Cinematográficamente quizás podríamos señalar un abuso de la voz en off, algunos pasajes donde la jerga carcelaria es pronunciada de una forma en que no logra comprenderse en su totalidad, algunos diálogos entre los jóvenes que pretenden ser naturales pero suenan demasiado forzados y algunos textos que leídos por los propios protagonistas quedan demasiado escolares, en contraposición de la potencia que gana el poema “Sueños Rotos” en la voz de Eduardo Blanco.
De todos modos, la participación de los propios jóvenes en casi todos los momentos del filme, le imprimen una sensación de espontaneidad y de verosímil que justamente es uno de los puntos más fuertes en los que se apoya el guion de Zurita, para que su cámara se vaya perdiendo entre ellos y logremos ser uno más del equipo.
“CHETO CHETO” no evita los momentos duros ni las tragedias que surgen de las mismas historias de vida. Sin embargo, no lo hace desde un costado de regodeo del dolor sino todo lo contrario, mostrando la parte más vulnerable y sensible de estos jóvenes y de las situaciones con las que deben lidiar en su encierro.
Y lo más importante es que dentro de un entorno tan negativo, tan desolador, la cámara de Zurita encuentra un rayo de esperanza y en el tramo final de su trabajo hace foco en una historia en particular, que una vez lograda la libertad emprende un viaje de reencuentro familiar y de cierre de su trabajo en el taller, que aún en nuestro días en este contexto de pandemia y aislamiento, siguen produciendo arte a través de sus historias. Y allí los acompaña, la hermosa banda de sonido con un destacable trabajo de Fernando Monteleone, que nos despide con los vibrantes acordes y ese ritmo inconfundible que nos queda en el aire, haciéndonos compañía.
Dirección
Guion
Arte y Fotografia
Música
Actuación
Lo más destacable de "CHETO CHETO" es que permite humanizar y visibilizar a estos jóvenes estigmatizados. Cinematográficamente podríamos señalar algunas objeciones pero la participación de los propios jóvenes en casi todos los momentos del filme, le imprimen una sensación de espontaneidad y de verosímil que justamente es uno de los puntos más fuertes del trabajo de Zurita.