BORAT 2. Crítica

Después de muchos años de espera, finalmente llegó la secuela de Borat. Lo nuevo de Sacha Baron Cohen viene en el momento justo (en pocos días son las elecciones en Estados Unidos), su personaje le pega directamente al Presidente Donald Trump y sus votantes ultra conservadores-pro armas. Por. Esteban Jourdan.

El 2020 viene siendo horrible para todos, pandemia, pocas películas, no tenemos cines y la economía no ayuda. En ese contexto la aparición de Borat es un oasis en el desierto, es la cuota de risa que necesitábamos para poder terminar este año nefasto. 

Estamos acostumbrados a que Sacha Baron Cohen rompa todos los esquemas y que no le interese absolutamente nada al momento de hacer sus películas. Sucedió con la primera entrega de Borat (2006) y con El Dictador (2012) pero en esta nueva entrega lleva eso a otro nivel. 

Borat no tarda ni 5 minutos en empezar a repartir golpes a los gobiernos de ultra derecha, todos reciben un poquito (desde Bolsonaro a Trump). Mezclando ficción con situaciones reales (Borat se metió realmente en el lugar donde el Vicepresidente de Estados Unidos Mike Pence estaba dando un discurso y disfrazado de Trump) con situaciones irrisorias y ficticias que sirven de crítica social.

Otro momento alucinante y terrorífico a la vez es cuando entrevistan a Rudy Giuliani (ex alcalde de Nueva York y abogado personal de Donald Trump) a quien le hicieron una falsa entrevista donde él pensaba que iba a hablar sobre la forma en que Estados Unidos había enfrentado los primeros meses de pandemia y todo terminó con él acostado en una habitación metiéndose la mano adentro del pantalón y Borat entrando para que no se acueste con su hija.

Hace mucho no me reía tanto con una película, tiene humor negro, crítica social, se infiltró en medio de los anti cuarentena y los hizo cantar canciones contra Obama con cebollas en el cuello, lo de Sacha Baron Cohen es alucinante. ¿Le dará La Academia la estatuilla que se merece?

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