“Nuclear Family”. Crítica. La radioactividad como metáfora.

Nuclear Family es la historia de un viaje familiar en auto hacia los paisajes embrujados de asentamientos y los silos misilísticos del oeste de Estados Unidos, cercados por balizas apocalípticas que salpican las praderas y montañas, rodeados por campos de soja, reservas indígenas y pueblos devastados del oeste. Un registro de las especies invasivas que se han extendido por rutas de asentamiento y comercio por medio de puertos, ramales del ferrocarril y caravanas del camino de la seda, siendo la humana la más invasiva de todas. Tomen la tierra a punta de pistola. Conviertan la tierra en un arma. Apunten el arma a las cabezas de todos.

Nuclear Family no es una simple road movie de planos abiertos que acompaña el viaje de una familia, sino que es una cinta que explora lo más profundo del Lejano Oeste. Historias que van y vienen en el tiempo; sobre masacres, genocidios, y otros actos barbáricos cometidos a quienes alguna vez fueron sus habitantes indígenas. 

Nuclear Family presenta un mundo ficticio, no tan imposible, en el que la humanidad técnicamente ya casi no existe y todo depende de la familia que vemos en pantalla.  El afán del humano por manejar las bombas nucleares como amenaza y propuesta de “diálogo amenazador” terminó por reducir a la especie en nada más que cenizas. Y es este el peligro que trata de advertir la cinta. 

Nuclear Family no es una simple road movie de planos abiertos que acompaña el viaje de una familia, sino que es una cinta que explora lo más profundo del Lejano Oeste.

En conclusión, Nuclear Family es una metáfora de 93 minutos que advierte lo que podría pasarle al humano si no sabe jugar bien sus cartas y proceder, mediante el diálogo, sin doble intencionalidad, a la construcción de un mundo mejor. El desastre que pasó en el Lejano Oeste no podría estar, quizás, tan lejano…