“Sexo y revolución”: una polémica. Crítica

Recomendable documental de Ernesto Ardito.

Un film que no tiene fallas en su escritura, consistente e impulsor de un debate interesante de reflexionar.

photoEl muy recomendable documental de Ernesto Ardito “Sexo y revolución”, es un documento (valga la redundancia) que debería encontrar, por su propia factura y producción, algo más que exaltaciones y admiraciones o ninguneo y desentendimiento por el otro. Para comenzar podría decirse que es un film “demasiado bien escrito”. Es decir, que en su construcción argumentativa y su propósito, que es el de enviar un mensaje y contar una historia, no tiene fallas. Es muy consistente. Sin embargo, podríamos intentar, al menos como un ejercicio que no le hace mal a nadie, hacernos algunas preguntas en este espacio de crítica de cine.

Una de las cosas que Sigmund Freud descubrió y que lo hizo altamente revolucionario, fue el plantear que los sueños están para permitir seguir durmiendo, y que el motor de cualquier sueño es un deseo, reprimido y que encuentra las vías abiertas para  mostrarse, pero… lo más interesante de esto es, que a priori, no se sabe qué deseo es el que, en cada sueño, se “realiza”.

Dicho en otras palabras, que el deseo no tiene un nombre que lo identifique, es un estado de potencia pero que no tiene sexo ni género ni objeto preestablecido. Es actual y al mismo tiempo infantil (experimentado en otro momento). La causa del deseo no está escrito por lo tanto es altamente travesti o tiene distintos puntos de impacto, no normativos.  Lo que sucede es que Freud también dijo muchas otras cosas que parecen no condecir con lo anterior, relativo al amor entre hombre y mujer, el trabajo, el régimen patriarcal. 

Si nos quedamos por un instante en esta veta, veremos que sexo y revolución son dos términos que seductoramente hacen pareja, pero que son de distinta especie. El film de Ardito muestra claramente y sin vueltas, que el ejercicio del deseo tanto con alguien del mismo sexo o del otro, o a solas, fue rechazado y expulsado literalmente de las prácticas políticas revolucionarias tanto si venían del marxismo como si venían del peronismo. Para ser más claros, diremos que también fue rechazado por la iglesia católica y la judía, así como los musulmanes, y además por lo que se conoce como fascismo de derecha. O sea… ¡por casi todos! La homosexualidad tan vieja como los tiempos, así como tuvo momentos de visibilidad (la Grecia antigua o Romana y con un número de condiciones) o en comunidades orientales, encontró a su vez una invisibilidad obligada a partir del nacimiento de Cristo, para decirlo mal y pronto. 

La práctica del deseo es algo que se da con el otro. Incluso ya sea con uno mismo y sus fantasías o con otro… otro, que pueden ser dos o más pero nunca perdura como si fuese un  movimiento de masas. El deseo es particular y ese punto tan evidente va a contrapelo de poder juntarlo con la palabra revolución si esta es un cambio de estructuras económica y social que produce una nueva manera de distribución y producción. Por eso se llama revolución al capitalismo porque cambió el objeto del paradigma feudal; o la revolución bolchevique o cubana o coreana, en la medida que apostaron a colectivizar y socializar desde “abajo” la propiedad privada. 

 

Estreno Bafici: «Sexo y revolución», el documental de Ernesto Ardito sobre disidencias y militancia en los 70 – GPS AudiovisualEn una entrevista que le hiciera Horacio Bernades en Página12, Ardito dice que “El PC veía la homosexualidad como un desvío burgués. Una degeneración creada por la alienación del sistema capitalista, que había que combatir. Para el FLH es lo contrario, la relación entre opresor y oprimido se rompe con la liberación sexual y del sistema patriarcal. El FLH planteaba que la represión sexual le servía a la explotación capitalista porque la libido contenida por esa represión, los trabajadores la liberaban en el trabajo alienado y producían más”.

Todo lo anterior es bastante cierto, pero ¿Cómo se realizaría dicha liberación sexual y del sistema patriarcal por fuera de la transformación las relaciones de producción? El sexo en su dimensión de trans… es para decir que el sexo es algo que puede estar en tránsito… o no. Se quiere decir con esto, que nadie puede negar que las identificaciones sexuales a categorías binarias, del tipo de Adán y Eva, sean identidades estacionadas, que no se mueven. Por eso es que salir del clóset es algo que importa, en el sentido de abrirse y moverse hacia algo que pueda ser aceptado socialmente pero que, incluso, no debería ser un objetivo ideal a cumplir. Si no seguimos en las mismas.

El documental es muy importante en la medida en que muestra el esfuerzo colectivo de visibilidad derechos humanos pisoteados, exterminados en ciertos casos. Pero dudo mucho, que sean las identidades trans o homosexuales o queer, las que per se empujen a la actividad política a cambiar el modelo de producción y distribución social. No se trata, creo, de solamente exaltar a personas y grupos marginados, sino que se incluyan en movimientos que persigan objetivos trans-sexuales; es decir, más allá de lo sexual particular que reúne por esos rasgos a personas. Que haya más cupo en la cámara legislativa de personas trans, no garantiza nada si ese acto no se inscribe en otro discurso. Puede llegar a ser una reivindicación personal o colectiva incluso, muy necesaria, pero no confundamos gordura con hinchazón.

La conquista del matrimonio igualitario no es en sí revolucionario, sino que es algo insertado en una sociedad, en un aparato ideológico que le da cabida: el estado le da ahora calce a los deseos de hacer pareja legal (nunca más de dos) ya que eso al final de cuentas no altera un centímetro la distribución del capital, la pobreza y la riqueza. Son “batallas” que se ganan pero dentro de una “guerra” que hasta el momento está perdida porque las organizaciones de los oprimidos cada día encuentran menos razones para ponerle un freno a lo que alimenta al opresor, es decir, el consumo, la acumulación de la riqueza y el capital tecnológico del que somos, unos más y otros menos, partisanos a favor de la explotación de los grandes monopolios de  información, comercio y redes sociales.

Dicho esto, sería novedoso al menos que esta película encontrara polémica además de “bravos” que vienen de la misma tribuna en que fue producida. Polémica, creo que quiere decir, exponer argumentos, presentar posiciones razonadas con el fin de acercarse al objeto del debate, y no quedarnos conversando solamente con  los amigos o fabricando nuevos enemigos. Discutir en serio no mata a nadie y sería saludable que fuera más contagioso.

Crítica: Mario Betteo

Edición periodística: Andrea Reyes

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