A los 76 años murió Lino Patalano, el “fabricante de estrellas” que ayudó a construir los cimientos del teatro y trabajó hasta el último aliento. En esta nota, recordamos la vida de este talentoso y querido productor teatral y su idea sobre la muerte. Una triste noticia nos conmocionó hoy a los que amamos el teatro desde siempre: a los 76 años murió el talentoso y querido productor teatral Lino Patalano. La noticia la dio su colega y amigo, Carlos Rottemberg en su cuenta oficial de Twitter Multiteatro.
Con su partida se nos van los gloriosos años setenta, en San Telmo, con el nacimiento del café concert en míticos reductos como “El gallo cojo” y “La gallina embarazada”, donde grandes artistas nos divirtieron y nos mostraron la esencia del teatro. Lino fue el mentor y ejecutor de esos pequeños y grandes milagros.
Nacido en Italia, llegó a la argentina con su familia a los 5 años, hizo el secundario de noche y su gran sueño era ser actor y director, pero el encuentro con la escritora María Luz Regás le cambió la vida, ya que ella lo invitó a ver “Rinoceronte”, en el San Martín, en los años sesenta y le aconsejó que se dedicara a la producción teatral.
Trabajó en la casa de música Ricordi y a los 16 años hizo su primera labor profesional en el desaparecido teatro Embassy, en la calle Suipacha. De ahí en más probó otros lugares y trabajos hasta llegar al Maipo, su santuario personal donde en el quinto piso, que también era su hogar, elegía obras, descubre estrellas y ayudaba a construir carreras brillantes. Por su teatro, siempre bello y reluciente, consolidaron sus carreras notables: María Elena Walsh, Astor Piazzolla, Mercedes Sosa, Nacha Guevara, Julio Bocca, Antonio Gasalla, Carlos Pervivale, Edda Díaz, Cipe Lincopsky, Norma Aleandro, Niní Marshall, Jorge Luz, Alfredo Alcón, Gato Barbieri, María Rosa Gallo, Egle Martin, Hugo Midón, Amelita Baltar, Facundo Cabral y tantos otros.
En su escenario, se pudieron apreciar hermosas obras como “Eva”, “El juego del bebé”, “Mi querido mentiroso”, “Escenas de la vida conyugal”, “Master Class”, “La señorita de Tacna”, “Sweeny Todd”, “Las pequeñas patriotas”, “El ayer, el hoy y el todavía” y tantos títulos inolvidables. Perdió todo con el proyecto del teatro Bambalinas, pero no bajó los brazos y siguió aportando por el arte, el teatro y sus artistas y trajo figuras internacionales como Liz Minnelli.
Con el tiempo se desvinculó del Maipo, quedando como director artístico, y queriendo recuperar la rebeldía de la juventud abrió otro reducto encantador, en San Telmo, su primer amor, “Castor y Pólux”, en un viejo local donde se guardaban elementos escenográficos del Maipo.
Viajero incansable, con inteligencia y desparpajo, ayudó a construir los cimientos del teatro y trabajó hasta el último aliento. Sin temor a la muerte solía decir: “Es pasar a otro estado y yo sigo conversando con mis amigos que ya no están“. Te vamos a extrañar, querido Lino.
Edición periodística: Andrea Reyes