Cruzando los Andes, desde Chile, llega la película de Esteban Cabezas para estrenarse en el BAFICI. Formando parte de la sección Familias, “La taza rota” expone un drama familiar íntimo de manera minuciosa. Repitiendo función hoy jueves 21 de abril a las 19.45 h en la Alianza Francesa (Av. Córdoba 946) y, de manera gratuita, el viernes 22 de abril 16.00 h en el Museo del Cine (Agustín R. Caffarena 51). Además cuenta con un posible visualizado online a partir del 20 de abril, por dos semanas.
Tiempo atrás Rodrigo supo tener una pareja, un hijo y una casa. Un proyecto de familia tipo, que perdió a causa de su inmadurez y falta de responsabilidad. Hoy otra persona ocupa su lugar en la casa, sale con su ex pareja y cuida a su hijo. Es por eso que una mañana decide aparecer por su viejo hogar, con intenciones de recuperar todo lo perdido, sin importar lo que cueste o lastime en el proceso.
Con una gran destreza el la película se las arregla para desarrollar un pesado drama familiar. Una de esas historias que suelen suceder puertas adentro de manera silenciosa. Un maltrato sistemático, disfrazado de buenas acciones y escudado por el vínculo que mantiene atada a la ex pareja, que es su hijo. Él con intenciones de recuperar lo que ya no tiene, viola cada acuerdo que tenían y se entromete violentamente en la vida de su ex pareja.
Con una actuaciones sorprendentes, “La taza rota” logra contar una historia interesante y pocas veces se ve reflejada en las pantallas. Por momentos, las puestas se vuelven algo teatrales, sin desentonar con el resto del audiovisual. Compensando además, con bellas tomas donde los encuadres juegan con los espejos dentro del cuadro, agrandando sus dimensiones hasta el infinito. Consiguiendo un producto redondo, que de tener alguna falla se debe a su falta de presupuesto y no a sus destrezas técnicas o narrativas.
Calificación.
Dirección
Montaje
Arte y Fotografia
Música
Actuación
Con una actuaciones sorprendentes, “La taza rota” logra contar una historia interesante y pocas veces se ve reflejada en las pantallas. Por momentos, las puestas se vuelven algo teatrales, sin desentonar con el resto del audiovisual. Compensando además, con bellas tomas donde los encuadres juegan con los espejos dentro del cuadro, agrandando sus dimensiones hasta el infinito. Consiguiendo un producto redondo, que de tener alguna falla se debe a su falta de presupuesto y no a sus destrezas técnicas o narrativas.