“La piedad” de Eduardo Casanova. Crítica.

¡Teléfono para Freud!

Hace ya algunos años, apareció una rareza española en el catálogo de Netflix. El título era “Pieles” y el director debutante Eduardo Casanova. Casi un lustro más tarde llega su segunda película a las salas de cine, hoy jueves 2 de marzo. “La piedad” sigue la línea de aquella ópera prima, un cine para espectadores de estómago fuerte. Que se anima a poner en imágenes lo perturbadora que puede ser una relación madre/hijo.

Libertad y Mateo viven en un universo solo habitado por ellos mismos, cualquiera ser ajeno a este es expulsado inmediatamente. Madre e hijo se mimetizan en uno solo, comen, se bañan y duermen juntos. Un día Mateo es diagnosticado con cáncer cerebral y todo el extraño equilibrio que tenían toma rumbos inesperados. 

Para algunos la realidad se construye día a día. Podríamos decir que Libertad toma este principio al pie de la letra. Ella y su hijo viven en una casa de muñecas, donde el rosa y el satén todo lo dominan. Materializando una escenografía irreal de una vida, donde ella puede controlar todo lo que sucede. Pero sobre todo extremadamente bella y pulcra. 

Si en la tele se ven noticias del régimen norcoreano, se debe a que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que en el propio. Son dos versiones de la misma cotidianeidad, en una Kim Jong-il controla la sobrenatalidad de su pueblo con fruta envenenada. En la otra, Libertad vuelve a su hijo adicto a ella, a fin de que la necesite para vivir. 

Ángela Molina y Manel Llunell hacen una dupla aterradora. Las siniestras expresiones de ella en los momentos que pierde el control, complementan a la perfección con la falta vitalidad en el rostro de él. Sin embargo Ángela consigue incomodar hasta al ser más imperturbable, con cada sonrisa de felicidad que le imparte al personaje de Libertad. 

“La piedad” consigue pasar por el cuerpo de los personajes todos sus dolores internos. Eduardo Casanova pone en la pantalla una historia pequeña y concreta, de manera ridícula, irreal y sobre todo excesiva. Encontrando en el desborde un perfecto equilibrio entre lo que quiere contar y cuanto quiere incomodar al espectador. Una de esas rarezas que tanto se agradecen cada vez que aparecen.

Calificación.

Dirección
Montaje
Arte y Fotografia
Música
Actuación

“La piedad” consigue pasar por el cuerpo de los personajes todos sus dolores internos. Eduardo Casanova pone en la pantalla una historia pequeña y concreta, de manera ridícula, irreal y sobre todo excesiva. Encontrando en el desborde un perfecto equilibrio entre lo que quiere contar y cuanto quiere incomodar al espectador. Una de esas rarezas que tanto se agradecen cada vez que aparecen.

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Francisco Mendes Moas

Estudio, hago y escribo sobre cine. Mi relación con el séptimo arte siempre peligra con convertirse en una peligrosa adicción.

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