“La madre”. Crítica.

Temporada de verano en Buenos Aires.

Las trilogías son algo muy de moda desde hace ya varios años tanto en el cine como en la literatura y, por supuesto, el teatro no es la excepción. En el año 2010 el dramaturgo francés Florian Zeller, posteriormente devenido director de cine, estrenó la “primera parte” de una serie de obras dramáticas cuyo esquema está basado en el padecimiento de ciertas enfermedades mentales y puestas en relación con el entorno familiar. Así nacieron “La Madre” (2010), “El Padre” (2012) y “El Hijo” (2018). Si bien todas ellas son muy conocidas alrededor del mundo es probable que el salto a la fama se haya dado luego de la adaptación cinematográfica de la segunda de estas piezas, la cual fue protagonizada de forma magistral por Anthony Hopkins, film que le valió su segundo premio Oscar como mejor actor. Justamente la obra que nos compete en esta oportunidad es la única no adaptada al cine… al menos por el momento.

La versión local de “La madre” llegó al escenario del Teatro Picadero (Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA) a finales del 2024 y durante esta temporada de verano continúa en cartel. Protagonizado por Cecilia Roth, Gustavo Garzón, Martín Slipak y Victoria Baldomir, bajo dirección de Andrea Garrote, este drama con algunos toques de comedia busca ahondar en los vínculos de una mujer con su familia mientras todo a su alrededor pareciera desmoronarse.

Ana (Cecilia Roth) lleva más de treinta años de matrimonio con un marido (Gustavo Garzón) que pareciera importarle más su trabajo que su familia. Su hijo favorito (Martín Slipak) creció y se fue a vivir con su novia a la cual no acepta, No tiene actividades, se siente sola y triste. Una vida que pareciera no tener ningún rumbo, simplemente estar y ver cómo se consume. Por supuesto que todo este cocktail trae consigo situaciones, reacciones y pensamientos que como mínimo podrían definirse como complejos.

Florian Zeller escogió tanto para “El padre” como para “La madre” un tipo de narrativa enredada en la que la realidad y la fantasía se articulan generando repeticiones y confusiones. Este recurso es su condimento más rico y le brinda más profundidad a la historia logrando visibilizar las afecciones de los protagonistas de forma más clara, provocando una mayor empatía hacia los protagonistas. Esto, por supuesto, fue respetado en la puesta de Andrea Garrote.

Particularmente la versión local pone su acento en el desarrollo del personaje de Cecilia Roth, quien atraviesa una montaña rusa de emociones y se coloca en la piel de una mujer que se ve a sí misma como madre, esposa, amante, hija y novia. Mientras que para el resto de los personajes se busca un registro mayoritariamente más plano para así realzar cada momento de la protagonista.

Analizar la obra desde la perspectiva del nido vacío podría ser acertado, pero a su vez incompleto. Es verdad que Ana padece la falta de su hijo y busca hacer lo que sea para retenerlo. Pero la obra va más allá y pone en juego mandatos, vínculos y pensamientos que pueden ser incómodos. A su vez, ese juego entre realidad y fantasía dice mucho más que solo mostrar a una mujer desbordada, sino que se presenta como un manto metafórico con el que se busca materializar el dolor que atraviesa esta mujer.

“La madre” es una obra que abarca más de lo que muestra. Un texto que se transforma en un laberinto cuyos caminos se entrecruzan. La salida está, pero requiere que el espectador ponga mucho de sí para ver más allá. Se presenta de jueves a domingos en el ya mencionado Teatro Picadero.

Calificación

Dirección
Actuaciones
Texto
Escenografía
Iluminación

“La madre” es una obra que abarca más de lo que muestra. Un texto que se transforma en un laberinto cuyos caminos se entrecruzan.

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