“La intención del colibrí” de Sergio de León. Crítica.

El largometraje forma parte de la competencia latinoamericana del Festival Asterisco, que se encuentra disponible hasta el 19 de noviembre.

La intención del colibrí cuenta la historia de Ulises Beisso, un hombre que murió a sus 37 años y es recordado a través de su obra plástica por Juan Arrospide, su antigua pareja. “Imágenes de lo (Mi) escondido” es el nombre que recibe el conjunto de sus creaciones, ocultas durante más de 20 años y rescatadas del olvido. La película retrata “una historia de amor entre un hombre que vive y un hombre que ha muerto”.

Lejos de caer en clichés o sitios comunes, el film toma como ejes una relación que logra mantenerse viva a pesar del paso del tiempo y una obra que no podría entenderse sin dimensionar en primer lugar el alcance de esta relación. Escenas tan desoladoras y emocionantes como la de Juan hablándole a la nada o explicando el significado detrás de la canción Ne me quittes pas de Jacques Brel logran conmover enormemente a los espectadores.

Este fue el debut como director de Sergio de León (quien también aparece en la película). En el documental, el guion intercala correctamente con la trama principal grabaciones antiguas y testimonios de familiares y allegados a la pareja, lo que le da profundidad al relato. La música está compuesta en su totalidad por la compositora y cantante Syvlia Meyer.

La intención del colibrí aborda esta historia de amor desde un lugar mucho más ligado a lo sentimental, a lo íntimo, a lo esencial. Y, en sus líneas finales, se plantea un interrogante que va más allá de cualquier trama: “¿Cuánto tiempo se puede esconder algo?”.