“La Fábrica de sueños” de Martin Schreier. Critica.

Soñar... soñar

El estreno de una superproducción alemana renueva la cartelera local con una comedia romántica tan deslumbrante como previsible.

Desde las primeras imágenes, con una fotografía exquisita que se completa con un impactante diseño de arte, sabremos que con “LA FÁBRICA DE SUEÑOS” estamos frente a una de las mayores producciones del cine alemán actual, una historia enmarcada en el Berlín de los años ‘60.

Un abuelo comienza a contarle a su nieto una historia: partimos entonces desde una estructura de cuento, de fábula, con lo que el filme de Martín Schreier se convierte en un gran flashback de más de dos horas para contarnos esa historia de amor enmarcada en el atractivo mundo del cine dentro del cine, una de las propuestas más tentadoras para cualquier espíritu cinéfilo.

El espacio elegido para desarrollar la historia es dentro de los estudios Babelsberg, los mismos en donde se filmaron los grandes clásicos como el “Nosferatu” de Murnau, Fritz Lang y su “Metrópolis” o la inolvidable “El Ángel Azul” con Marlene Dietrich y donde rodaron grandes cineastas como Alfred Hitchcock, Billy Wilder y más acá en el tiempo Roman Polanski o Quentin Tarantino.

Lejos de la firma de estos grandes directores, el objetivo de Schreier es seguir ajustadamente la receta de un gran crowd pleaser –sin aportar una mirada demasiado novedosa- para generar un espectáculo de un gran esplendor visual que cautive a los espectadores a lo largo del mundo, con una historia de amor que no hace ningún esfuerzo por evitar todos los lugares comunes, todas las convenciones del género con el típico derrotero del protagonista para consumar contra viento y marea, ese amor a primera vista que deberá atravesar múltiples obstáculos.

Un ex soldado que aparece en el estudio durante una jornada de filmación para su trabajo como extra, siente ese flechazo cuando se lo convoca a probar luces en una escena junto a Milou, una hermosa bailarina que es el doble de cuerpo de la protagonista de una gran superproducción. Allí se sentirá fuertemente atraído por la sensualidad de un baile con rasgos flamencos que hace Milou e intentarán un acercamiento para comenzar su historia de amor, que se verá rápidamente truncada por el levantamiento del Muro de Berlin en donde, como corresponde cada uno quedará de un lado diferente y perderán inmediatamente cualquier posibilidad de contacto.

A partir de allí, Emil comenzará a tejer un gran sueño, aprovechándose de un equívoco completamente inverosímil de sostener en el tiempo, que lo deposita en medio de los estudios como un poderoso ejecutivo. Desde su nuevo escritorio comenzará a imaginar una nueva versión de “Cleopatra”, una gran superproducción que le permita volver a convocar a la protagonista de la película, una importante actriz francesa que regresará a Alemania junto con su doble y de esta forma, Milou estará nuevamente en su vida.

La producción, la reconstrucción de época, el ámbito el estudio y el despliegue de vestuario sumado a la escenografía que aparecen en la recreación de esas grandes producciones, lujosas y ostentosas, son el punto fuerte de “LA FÁBRICA DE SUEÑOS” que sin las escenas bellamente fotografiadas quedaría como una historia vacía y un cuento que se ha contado tanto en el cine como en los productos más aferrados a las tiras televisivas, porque a pesar de presentar un gran esfuerzo de producción, la estructura emula casi en la totalidad del filme a giros propios de una telenovela donde los protagonistas son permanentemente separados por las desavenencias del destino.

Bajo esta estructura de melodrama, se suceden una importante serie de clichés aunque tanto la deslumbrante producción como el pulso de Schreier para ir conduciendo la historia a buen puerto, hacen que se redondee un producto al que se le perdona toda previsibilidad en pos de disfrutar de una superproducción que respira un abundante presupuesto en cada una de las escenas cuidadosamente montadas.

Presentada en el último Festival de Cine Alemán en Buenos Aires, se lamenta en cierto modo que con semejante presupuesto disponible, se haya rodado una historia tan prototípica y sin demasiado vuelo, con una banda de sonido que subraya y edulcora cada momento. Pero, por otra parte, cuenta con dos protagonistas (Denis Mojen y Emilia Schüle) que tienen la química suficiente para hacer creíble la historia y preservar el encanto de una historia de amor típicamente rosa, casi un cuento de hadas para adultos.

Dirección
Montaje
Arte y Fotografia
Guion
Actuación

En "LA FABRICA DE SUEÑOS" se lamenta que con semejante presupuesto disponible, se haya rodado una historia tan prototípica y con una banda de sonido que subraya y edulcora cada momento. Por otra parte, cuenta con dos protagonistas (Denis Mojen y Emilia Schüle) que tienen la química suficiente para hacer creíble la historia y preservar el encanto de una historia de amor típicamente rosa, casi un cuento de hadas para adultos.

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