Jazmín Stuart se pone en la piel de una oficial de policía que regresa a su ciudad natal y un extraño asesinato la atrapa allí por más tiempo del esperado. La actriz habló de los estereotipos de la mujer policial y de la violencia machista en ese contexto. Además se refirió a su curioso interés por las armas de fogueo.-¿Cómo te llega el proyecto de la peli “Fragmentada”?
-Previo a la pandemia el director de la película, Facundo Escudero Salinas, me contactó y me pasó el guion para leer. No era la versión definitiva. En ese momento nos juntamos, nos conocimos y empezamos a delirar sobre cómo podía ser mi personaje. Luego, con el confinamiento tuvimos que parar todo y cuando se retomó el proyecto empezamos a ensayar y a pensar más profundamente cómo era el personaje.
-¿Qué fue lo que más te llamó la atención del guion y de tu personaje?
-En cuanto al guion, debo decir que particularmente a mí el género me encanta, me gustan los policiales, los thriller… Pero además, había algo de la fuerza y del arrojo del personaje y, a su vez, de fragilidad y sensibilidad que me parecía muy interesante. También me pareció relevante el contenido de la película, ya que habla del feminismo y se manifiesta en contra de la violencia machista. Transversalmente, sin proponérselo, está dando un mensaje muy fuerte también respecto al ambientalismo, los recursos naturales y denunciando cuestiones de corrupción que atacan la cuestión de la ecología. Así que la película tiene todo un contenido que a mí, personalmente, me interesaba muchísimo.-¿Cómo te sentiste trabajando junto a Paula Tabachnik en Bariloche?
-Fue muy lindo; las dos teníamos que construir un vínculo de años y nos conocimos creo que un día antes de empezar a filmar la película, entonces era decir, “¿cómo construimos una amistad de tanto tiempo?”, y lo logramos. Nos hicimos muchas preguntas, hablábamos mucho antes de cada escena y se dio. Fue fácil, fluyó.
-En “Fragmentada” compartiste elenco junto a Beatriz Spelzini…
-Con Beatriz tenemos muy lindo vínculo; es muy fuerte lo que nos pasa. Creo que tenemos una manera muy parecida de abordar las escenas. Nos hacemos preguntas parecidas y hacemos muchos acuerdos tácitos que después funcionan. Sobre todo, lo que más logramos con Beatriz es estar muy en el presente de la escena, muy conectadas. En el rodaje se generó una conexión muy poderosa. Cuando estamos juntas en escena, hay algo que baja a la realidad, es el aquí y ahora, y eso es mágico y no siempre pasa.
Cuando estamos juntas en escena con Beatriz Spelzini, hay algo que baja a la realidad, es el aquí y ahora, y eso es mágico y no siempre pasa”.
-¿Cómo abordaste tu personaje: la imagen, los estereotipos?
-Es lo que más me costó y lo que más me cuesta ahora cuando veo la película. Me juzgo muy fuerte respecto de eso. Creo que es un oficio tantas veces representado en películas y ficciones de afuera, pero la mujer policía en Argentina no está demasiado representada, no hay mucha referencia, y está claro que las mujeres argentinas somos distintas que aquellas que vemos en las cintas yankees y, por lo tanto, las mujeres policías también. En ese sentido, era ver cómo se construía el personaje, porque sí son mujeres de armas tomar, son mujeres que están en contacto con la violencia y que se arriesgan todos los días; pero al mismo tiempo tienen una cosa femenina que no la pierden nunca, por ser aguerridas no son masculinas. Quería hacerlo con respeto y construir mi propio personaje. Tener respeto por todas ellas, pero también construir mi versión. Quedó ahí algo que es bastante digno, pero me parece que lo más importante del personaje es lo que sucede después, cuando la remueven de su puesto, cuando está fuera de su jurisdicción y tiene que investigar como mujer y no tanto como policía.
Las mujeres policías son de armas tomar, están en contacto con la violencia y se arriesgan todos los días; pero al mismo tiempo tienen una cosa femenina que no la pierden nunca, por ser aguerridas no son masculinas”.
-¿Alguna anécdota que recuerdes del rodaje?
-Recuerdo que nos divertimos mucho, pero no tengo presente un momento particularmente gracioso. Sí pasó que hacía mucho calor y estábamos vestidas de invierno, y eso era como “no, no puedo más”. Decían corte y nos sacábamos todos los suéteres y eso le daba un tinte bastante cómico, pero más que nada a mí lo que más divirtió fue trabajar con armas de fogueo y todo el trabajo con la gente de FX (efectos especiales) y coreografiar las peleas; creo que fue lo más vistoso y particular del rodaje. Lo disfruté. Me llevé los casquillos de la bala del fogueo para regalárselo a mi hijo porque también a él le divirtió mucho que yo sea una mamá que actuó disparando armas.
Edición periodística: Andrea Reyes
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