La realidad es una cuestión existencial inasible. Ya desde la caverna de Platón el ser humano se cuestionó cuál es el límite de lo verdadero. Temas tratados en variada filmografía, como Matrix 1 o El Origen, nos advierten de los riesgos de vivir en esa doble concepción de la vida.
Esta cuestión es tratada por el cineasta alemán Werner Herzog en este filme concluido en 2019, ambientado en Tokio, con las actuaciones de Ishii Yuichi, Miki Fujimaki, Umetani Hideyasu, Shun Ishigaki, Mahiro,Take Nakamura.
Una provocadora película, ubicada en el espacio incierto entre ficción y documental, se basa en el trabajo de una SRL real, cuyo rubro es el alquiler de sustitutos de familiares o amigos, según las necesidades y urgencias de los clientes.La narrativa inusual supone la reflexión sobre el valor de lo cierto y la mentira, en un mundo en que impera la posverdad, la soledad, la incomunicación, la angustia y la artificialidad.
El amor es el verdadero negocio de la compañía Family Romance: cumplir los sueños de sus clientes. Una madre que contrata a un “padre desaparecido” para que se conecte con su hija de 12 años, será el eje central de la historia. Enmarcada por los cerezos en flor, símbolo indiscutible de la geografía nipona, estos encuentros se repetirán en lugares públicos.
Ishii Yuichi es el fundador y director real de esta empresa que contrata personas para cumplir roles a pedido, simuladores de afectos y emociones: encarnan a novios o padres circunstanciales, cadáveres en velorios ajenos, una mujer ganadora de lotería que intenta revivir la alegría de ese momento, un empleado ferroviario que se hace cargo de un error ajeno, la simulación de fama de una joven en plena calle.
La emoción asordinada, propia de la cultura oriental, mostrará los laberintos de la vida personal y social, la necesidad de afecto, descubriendo los rincones más insólitos de lo humano. En la escena del extraño hotel robótico, los autómatas y los peces mecánicos obran como una metáfora de la función de la empresa: la imitación falsa de la realidad. Opera como una bisagra en la comprensión.
El tono melancólico se precipita en el final inesperado, donde los planes y contratos se tornan irrealizables, y el protagonista Yuichi se cuestiona la validez de los servicios que presta, su utilidad y significación. Al final, su paranoia adquiere caracteres trágicos cuando duda si su propia familia es producto de la simulación y contratación de otros.