El drama de las transformaciones y las identidades. El rostro de la medusa de Melisa Liebenthal. Crítica.

Se presenta en la 37ma. edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en la Competencia Internacional. Por Nito Marsiglio.

Uno de los más comunes y profundos conflictos humanos es el de la identidad. No es solo un planteo filosófico que resuelva el dilema entre el pensar y el ser. Es mucho más que eso, nos dirime también el de donde venimos y el hacia dónde vamos. Lo que no es poco, ya que en el fondo nos define toda nuestra vida.

Esto nos lleva a referirnos al segundo tema: las metamorfosis. Esa pulsión por ser otro, por cambiar, por cruzar la línea de la sombra que nos planteaba Conrad. 

Sobre esto, ya desde el siglo dos con su Asno de Oro, que nos proponía Apuleyo hasta amanecer como una cucaracha como nos sugería Kafka.

Tal vez podremos decir entonces, que el tema no es novedoso. 

Sin embargo Melisa Liebenthal le da una vuelta de tuerca.  Y el truco está en la manera que lo aborda. La medusa es un animal gelatinoso que no tiene rostro.

Una joven de alrededor de los treinta comienza a sufrir un cambio en su rostro hasta convertirse en una mujer distinta.

Primero enfrenta el conflicto con la desesperación lógica que esto conlleva hasta luego abordarlo con una filosofía distinta.

Jugando con los rostros de animales en cautiverio y unas animaciones muy bien logradas, la directora plantea el dilema con un ritmo interesante y su adecuada cuota de suspenso.

El rostro de la medusa nos enfrenta con el dilema de la distancia entre lo que somos y lo que queremos ser, y que a la vez nada está escrito y que no se necesitan milagros para alcanzar los cambios deseados.

Puntaje: 80.

Calificación:

Actuación
Arte
Fotografía
Guion
Música

El rostro de la medusa nos enfrenta con el dilema de la distancia entre lo que somos y lo que queremos ser, y que a la vez nada está escrito y que no se necesitan milagros para alcanzar los cambios deseados.

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