El gato es un animal de opiniones polarizadas. Están quienes los aman y por otro lado los que no los comprenden. Adorados por los egipcios y casi uno de los animales del horóscopo chino, no podemos negar que poseen un poder hipnótico. Participante de la competencia argentina, “El baldío” de Liliana Paolinelli nos presenta una obra focalizada en el vínculo humano-gato o gato-humano. Como recita el dicho familiar: “mente superior domina a mente inferior”, sin nunca aclarar a cual se refieren.
En alguna parte de Argentina, en cierto barrio porteño, existe un oasis para gatos, un refugio, en forma de terreno baldío. Allí una manada de felinos vive placenteramente. Algunas vecinas y voluntarias, se acercan al mismo para alimentarlos, darles agua potable y velar por su salud. Asi es como los días pasan y gatos, con infinitos nombres cada uno, son visitados por sus múltiples cuidadoras.
Que maravilloso invento es la cámara, que posicionada en el lugar correcto, puede exprimir una historia de cualquier cosa. Pero más aún el acierto y la atenta observación de la directora para encontrar una historia donde a priori no pareciera existir nada. A su vez nos deja la enseñanza de que los gatos son pésimos actores, ya que miran a cámara constantemente.
Quien alguna vez haya intentado acariciar un felino callejero o, en un grado de dificultad mayor, rescatarlo de la calle en pos de conseguirle un hogar, sabrá que se trata de una ardua tarea. Se pone en juego un complicado tando de confianza entre el animal y el humano, donde al primer error todo el trabajo construido se derrumba al instante. Hasta Hercules debio domar a un pariente gatuno como tarea para poder ingresar al monte Olimpo.
Por ende no es poca cosa la relación que poseen los residentes del terreno baldío con sus cuidadoras. Una compañía recíproca se retroalimenta con cada visita. En la cual además debieron entrar los realizadores a fin de lograr captar a los escurridizos vertebrados. Consiguiéndolo con creces, haciendo que los gatos se dignen a iluminar las tomas con sus presencias. Pues eso hacen ellos, mostrarse solo si así lo desean.
Así algo que pareciera no ser una historia se convierte en algo cautivador para ver. Una magia atrapa la atención del espectador que se olvida del paso del tiempo y cuando se da cuenta pasaron algo más de 70 y los créditos de “El baldío” de Liliana Paolinelli comienzan a deslizarse por la pantalla.
Funciones:
Función 1: Lunes 22 de marzo | 20 h. | Quetren Quetren
Función 2: Viernes 26 de marzo | 14 h. | Sala Leopoldo Lugones – CTBA
Función online: Lunes 22 de marzo | 20 h. | Disponible por 72 hs. |
Calificación
Dirección
Montaje
Arte y Fotografia
Música
Así algo que pareciera no ser una historia se convierte en algo cautivador para ver. Una magia atrapa la atención del espectador que se olvida del paso del tiempo y cuando se da cuenta pasaron algo más de 70 y los créditos de "El baldío" de Liliana Paolinelli comienzan a deslizarse por la pantalla.