DUETO, de Edgardo Cozarinsky y Rafael Ferro. Una joya digna de admirar. Crítica.

Dos grandes de las artes, como Ferro y Cozarinsky, y a la vez grandes amigos, conspiraron para realizar esta magnífica obra fílmica producida por Lumencine. Por Nito Marsiglio.

El término “dueto” se deriva del italiano “duetto”, que a su vez proviene de “due”, que significa “dos”. Su uso original estaba ligado a la ópera italiana en el siglo XVIII, cuando dos cantantes, por lo general, tenores y sopranos, se unían en una canción para crear una experiencia musical armoniosa y emotiva. 

En la literatura, el dueto se manifiesta en el diálogo entre dos personajes. Los autores utilizan los duetos literarios para explorar relaciones, conflictos internos y externos, y para revelar la evolución de los personajes a lo largo de la historia. Un ejemplo icónico de dueto literario es el diálogo entre Romeo y Julieta en la famosa obra de Shakespeare, que revela el apasionado amor entre los dos amantes y la lucha contra las circunstancias adversas que enfrentan.

La palabra “dueto” es una de esas joyas lingüísticas que encierran un significado profundo y una rica historia. A lo largo de los siglos, esta palabra ha trascendido las barreras del idioma y se ha convertido en un término universalmente reconocido en el mundo de la música y la literatura. El dueto, en su esencia, representa la armonía y la colaboración entre dos entidades, ya sean dos voces en una canción, dos personajes en una obra literaria o dos personas en una conversación.

Tal vez lo primero que hay que decir, luego de lo antedicho, es que no existe mejor título para esta genial película. 

Ya que la etimología de la palabra la explica al detalle en todas sus partes.

Esta obra es un documental con ingredientes de cine experimental que bucea en la relación de dos grandes amigos.

A la vez es un film donde los personajes analizan su relación con distintas ramas del arte, a la que se han dedicado, y los intríngulis del proceso de creación.

A la vez, nuevamente, es una película que nos sumerge en la emoción y la reflexión.

¡Con 61 minutos, el tiempo justo! 

Nada le sobra y nada le falta.

¿Adictiva? ¡Si!

Ya que cuando finaliza uno desea regresar al comienzo y reparar en ciertas partes y detalles.

Sin duda Edgardo Cozarinsky y Rafael Ferro han hecho de DUETO una obra que como espectador me impulsa a decirles GRACIAS.

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