¿Cuándo fue la última vez que dibujaste?

El arte nos ayuda a gestionar pérdidas, hacer amigos, entender lo que nos rodea… pero, sobre todo, a mantener vivo a nuestro niño interior.

Eso es lo que nos muestra Un lápiz sagrado, el documental que sigue el proceso creativo del ilustrador argentino Gustavo Ariel Rosemffet —o simplemente Gusti, como firma en sus cuadernos—, quien sostiene con convicción que el dibujo puede ser un puente hacia ese niño que llevamos dentro, y una forma de escapar, al menos por un rato, de la aburrida vida adulta.

Porque de eso se trata el arte: no de que quede “bonito”, sino de que logre expresar lo que habita en lo más profundo de nosotros.

Pero el camino que llevó a Gusti a este arte que revive su infancia fue largo. En sus comienzos, sus obras se centraban en el hiperrealismo. Con el tiempo, tuvo que desaprender técnicas, soltar estructuras rígidas y volver a lo instintivo. A reconectar con la libertad de trazar líneas sin juzgar.

Porque, después de todo, ¿quién decide qué es lindo o feo si no somos nosotros mismos?

Los hechos de la vida influencia claramente el estilo del artista. Un lápiz sagrado nos invita a desaprender lo que creemos sobre el arte, a bajarlo del pedestal de superioridad que muchas veces lo aleja de quienes sienten que “no lo entienden”, y a llevarlo de nuevo a nuestra vida cotidiana.

Hasta, quizás, comunicar cosas para las cuales las palabras no son suficientes.

Tomá el consejo de Gusti: llevá una libretita con vos, dibujá mientras esperás en una sala, en el tren, o en el café. No importa si sabés dibujar o no. Lo importante es animarse a jugar. Porque todo es sagrado cuando nosotros le damos esa cualidad.

Si te gusta el arte, si te interesa la vida de un ilustrador que también es chamán y padre de dos hijos, o si simplemente querés apoyar un documental nacional, regalate el tiempo para ver Un lápiz sagrado. Una invitación a volver a lo simple y genuino.

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