“El Auge de lo Humano 3” del director argentino se estrenó en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530), el jueves 12 y viernes 13 de septiembre, a las 20.30; domingo 15 a las 18; y miércoles 18, a las 20.30; en el Espacio INCAA Cine Teatro Victoria de Entre Ríos, del jueves 12 al domingo 15, a las 20; en el Espacio INCAA Altos Hornos de Zapala de Jujuy, del jueves 12 al domingo 15, a las 17; y en el Espacio INCAA Casa de la Cultura de Madariaga, jueves 12, viernes 13, domingo 15 y miércoles 18, a las 21.
El mundo es una experiencia cercana y lejana a la vez. Todo parece estar al alcance de la mano, pero en realidad no es tan así. La interconectividad es evidente y la pandemia fue una prueba irrefutable de eso, pero las distancias concretas siguen existiendo. Una forma de estar cerca de todo desde la distancia son los recursos virtuales tipo Google Maps o Google Earth.
En un universo utópico, un grupo de jóvenes tercermundistas que hablan distintas lenguas se comunica sin problema: cada quien usa su idioma, pero eso no parece importar, pues se entienden sin necesidad de un intérprete. Para el director no existen las fronteras: los países y las culturas se entremezclan, las barreras se desdibujan, tanto dentro de la película como en la técnica con la que se cuenta la misma.
El filme no sigue una historia lineal o tiene una trama en el estricto sentido de la palabra, más bien nos muestra la vida de los chicos a lo largo de tres países: Sri Lanka, Perú y Taiwán; sin embargo, si bien al inicio es claro cuando se hace una transición de un territorio a otro, poco a poco el saber exactamente dónde están pierde importancia, lo único realmente relevante es que comparten un viaje. ¿Hacia dónde? Tampoco hay una respuesta clara.
La película fue grabada en cámaras de 360 grados, usadas para realidad virtual. Este acercamiento tiene mucho sentido con el mensaje de la cinta: en dicho formato el espectador literalmente no tiene límites, puede ver a cualquier lado, escuchar cualquier conversación en la que quiera enfocarse. Si bien esto igual nos ofrece planos atípicos bastante amplios y angulares, se siguen sintiendo limitados respecto al objetivo de desdibujar los límites, y muy fuera del stándard de las escuelas de cine.
En un mundo obsesionado con el contenido inmediato y sobre explicado, el director nos obliga a tener mucha paciencia, nos ofrece viñetas enigmáticas y aparentemente aleatorias que nos fuerzan a encontrar conexiones, vuelven al espectador en un participante activo en su obra. Si bien muchas preguntas se quedan sin respuestas (lo cual puede ser frustrante para algunos), esto es parte del encanto de la cinta: no ceñirse a nuestras expectativas y estimular nuestra mente con dudas constantes.
Su espíritu transgresor a veces la vuelve un poco inaccesible, pero es una pieza imperdible para el público interesado en lo experimental y en estirar los límites del cine.