Crítica de “El maestro” de Cristina Tamagnini y Julián Dabien

Estreno 3 de marzo en el cine Gaumont

“-¿Dónde están los hombres? -preguntó después de un rato el principito – uno se siente un poco solo en el desierto.

-También se está solo entre los hombres. –Replicó la serpiente”.

La opera prima de Cristina Tamagnini se basa en una historia inspirada en la figura del docente Eric Sattler, relato situado en los años 90, pero que podría ser perfectamente actual. La directora en codirección con Julián Dabien realiza una radiografía a los habitantes de un pueblo que se rigen por el mandato de una heteronormativa (sistema de creencias o suposiciones de que todas las personas son heterosexuales o que la heterosexualidad es el estado predeterminado o “normal” del ser humano). Una pequeña comunidad en donde los prejuicios, la reprobación y la condena social son moneda corriente frente a la negada diversidad sexual.  

Natalio (Diego Velázquez) es un maestro comprometido con su profesión. Lleva una vida en solitario entre rumores retorcidos de vecinos manipuladores y sin escrúpulos. El maestro vive  junto a su madre. Una mujer dominante y absorbente que se ubica llamativamente, siempre en un mismo lugar: la mesa central de la casa, una imagen que se repite encuadrada con el marco de la puerta que está por detrás, acentuando de esta manera, qué lugar ocupa cada uno, en una relación asimétrica.

Natalio refuerza este espacio material y simbólico, que siente trunco, tanto en la casa como en la familia y por tanto en la vida.

En este contexto, el maestro se entusiasma con una obra teatral basada en El Principito, obra que intentará llevar a cabo para transferir así valores como la amistad y el amor. Entre clases y ensayos deberá brindar contención a uno de sus alumnos, Miguel quien soporta el acoso constante de sus compañeros. El niño al igual que el maestro no reacciona ante las agresiones del resto a pesar de ser incentivado a defenderse tanto por la madre como por la directora del colegio.

En este sentido, la llegada repentina al pueblo de un amigo (Ezequiel Tronconi) de Natalio, despertará  sospechas entre los lugareños, que se muestran intolerantes hacia la posible homosexualidad del maestro, acarreando situaciones conflictivas.

Escenas de violencia y abusos son representados de manera magistral en fuera de campo, sin tener que recurrir a “golpes bajos”. Evidenciando a aquellas personas que lo apreciaban y ahora lo quieren lejos.

Natalio debe adaptarse a los demás, como lo muestra un espejo, en el baño: que le devuelve una imagen de duplicidad y desdoblamiento, (también hay dos versiones en juego: Natalio citadino y el Maestro de pueblo), pero también representando el autoconocimiento y el encuentro con su propia identidad.

Una película que habla más de la mirada de los demás, que la del propio protagonista, dejando al descubierto a determinados actores sociales, que a pesar del paso del tiempo siguen ignorando derechos y libertades.

Dirección
Montaje
Arte y Fotografia
Música
Actuación

Una historia inspirada en la figura del docente Eric Sattler, relato situado en los años 90, pero que podría ser perfectamente actual.

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