Partió un artista que dejó una marca muy profunda en el mundo del teatro argentino. Se marchó un hombre que supo dar lo mejor de sí mismo para hacernos más dulce esta ajetreada vida. Por Nito Marsiglio.
Alguien escribió alguna vez “…el humor es penúltima etapa de la desesperación”. Y así es sin duda, porque el humor es Eros y nos salva de Tánatos. Nos desvía del pozo y nos impulsa a continuar.
La obra de Enrique tenía esa tónica.
Con su inigualable Salsa Criolla nos hacía reír de nosotros mismos. De nuestras estupideces como sociedad. De nuestras incoherencias.
El humor es una característica fundamental de la inteligencia.
Y Pinti era brillante.
Tenía esa desfachatez tan inmediata que no molestaba. A boca de jarro te disparaba el insulto más grosero pero que jamás incomodaba.
El supo caer bien siendo lo más “políticamente incorrecto” y para eso hay que ser genio.
Fue actor, humorista, director teatral, escritor y dramaturgo y en todo fue excepcional.
El listado de su obra es inacabable.
Fue un creador incansable que supo descollar en muy diversas áreas de las tablas y la pluma.
Y se fue hoy, que es el Día Mundial del Teatro.
Tal vez esta es otra de sus grandes humoradas.
Chau querido Gordo Pinti, te encontrarás seguramente descostillándote de risa, con tu estruendosa carcajada, al mirar a esta loca y descarriada Argentina que te quiere, allí, estés donde estés.