Lo bello que tiene el Festival internacional de Cine de Mar del plata, son esas pequeñas sorpresas escondidas en la programación. Una de las de este año es el documental “Procopiuk” de Diego Lumerman. Es parte de la sección Panorama argentino y aún le quedan dos funciones. Mañana lunes 6, 20:30 hs en el Paseo Aldrey y por último el martes 7 a las 14:30 hs en la misma sala.
Sucede algo con la historia del cine argentino, muy similar al famoso dicho: “Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires”. Por suerte lentamente se está comenzando a dar una mirada federal al asunto. Y gracias a personas como Lumerman, podemos descubrir a personajes icónicos como el de Carlos Procopiuk. El mismo, no solo hizo un sinfín de películas en la provincia de Neuquén, sino que además enseña a hacerlas.
En un lapsus que se estipula entre las décadas del 50 y el 90, Carlo junto a sus amigos y allegados hizo cine en su provincia. Como pudo, entre amigos, sin subsidios ni actores profesionales, pero con muchísima voluntad y pasión. Un cine de guerrilla como se suele decir. Sin embargo la historia no termina ahí, ya que estas fueron exhibidas en cines y canales de la región.
Mediante algunas entrevistas a personas que llegaron a conocerlo, otras escenas de los materiales recuperados de las películas que hacía, el espectador consigue hacerse una imagen de la obra realizada por esta persona. Las películas sobre personas apasionadas por lo que hacen siempre son interesantes. Algo que se multiplica al infinito cuando la pasión del espectador y la de la retratada en el audiovisual son la misma.
Luego de terminada la función se abrió una sección de Q&A, donde una espectadora le pidió al director un consejo para los estudiantes de cine que estaban presentes. Para nada desmereciendo la respuesta del director, ya que fue acertada. Empero la respuesta estaba en lo que acabamos de ver. En el ejemplo de vida que dio Procopiuk, quien vivía por y para hacer cine. Sin haberse formado en una escuela de cine, sabía más que cualquier estudiante y sobre todo tenía la voluntad de enseñar.
Sorprendido, maravillado y con hambre de ver las producciones originales, es como se sale de la sala tras ver “Procopiuk” de Diego Lumerman. Tan dinámico como entretenido, el primer documental del director neuquino le hace un favor enorme a la historia del cine argentino. Por más descubrimientos como este, por más rescates, por una cinemateca nacional que pueda salvaguardar nuestra historia.