Machini es una animación que, en tan solo 10 minutos, nos cuestiona nuestros hábitos como seres humanos y la sobreexplotación de los recursos naturales y de la Tierra, a la vez que visibiliza las desigualdades y las injusticias sociales.
A través de la animación, el cortometraje denuncia la explotación de los/as trabajadores/as en las minas de la República Democrática del Congo quienes extraen el cobalto y el litio, dos elementos esenciales para la fabricación de muchos de los aparatos tecnológicos que usamos en la cotidianeidad.
Mediante una atmósfera bella y sombría que se mantiene hasta el final, Frank Mukunday y Tétshim ilustran las minas mediante imágenes sencillas y crean personajes compuestos de piedras y animados a partir de la técnica del stop motion. Las imágenes simples y pregnantes se combinan con una voz en off en francés que nos pone en contexto al mismo tiempo que nos advierte sobre nuestro futuro inminente como sociedad. Es, a través de esta estética singular, que Machini nos presenta un universo oscuro en el que las máquinas parecen haber tomado el control y las personas resultan simples autómatas sin consciencia, condenados/as a repetir acciones mecánicas una y otra vez y a vivir las peores miserias.
El corto nos presenta un futuro apocalíptico, puede que no tan lejano, en el que pareciera que como humanidad estamos sentenciados/as a las injusticias y a las desigualdades y a engendrar nuestra propia destrucción, puesto que la degradación ambiental parece haberse naturalizado constituyendo un destino inevitable, del que no podemos escapar. Sin dudas, Machini nos recuerda que somos humanos/as y que todos y todas tenemos el derecho a un ambiente sano, equilibrado y apto para la vida que debemos preservar por el bien común de las futuras generaciones.