Uno de los estrenos que presenta la plataforma “Comunidad Cinéfila” www.comunidadcinefila.org dentro de su catálogo es “Los peces también saltan” el documental de Diana Cardini sobre el cementerio de la Chacarita.
Dentro del terreno del documental, muchos autores bucean sobre la historia familiar, algunos otros trazan relatos de personalidades que plantean un cierto atractivo ya sea por su trayectoria o por algún rasgo particular de su historia y existe otro grupo que intenta visibilizar nuevas temáticas o redefinir ciertos espacios de forma tal de modificarlos cuando son atravesados por la mirada particular del autor detrás de la cámara.
Esto es lo que sucede con “LOS PECES TAMBIEN SALTAN”, el documental de Diana Cardini que explora un espacio tan poco visitado por el cine como es el Cementerio de la Chararita: con una superficie de casi 100 hectáreas en el centro de la ciudad que se distingue por su arquitectura, por el estilo y por los detalles que cualquier visitante puede encontrar en algunas de sus bóvedas, en sus nichos, en sus tumbas y en sus galerías que se extienden a lo largo de esta particular territorialidad.
Cardini no solamente aborda este ensayo como una mera geografía sino que también explora el universo de sus trabajadores y de ciertos rituales y las costumbres que ellos presentan, sumados a las diferentes historias de los que recorren el cementerio y se apropian de él desde diferentes ópticas, sin olvidar el aspecto arquitectónico que también es importante con las gárgolas, los ángeles y tantas otras esculturas y piezas artísticas que pueden encontrarse a través de un intenso recorrido.
Así como Heddy Honigmann recorría en “Forever” (visto en BAFICI 2007) el famoso cementerio parisino de Père Lachaise donde se encuentran enterrados desde Jim Morrison a Yves Montand pasando por celebridades como Proust, María Callas o Modigliani, Cardini en “LOS PECES TAMBIEN SALTAN” se desapega del mero recorrido turístico que implica la visita de tumbas famosas como Carlos Gardel, Aníbal Troilo, Alberto Olmedo, Tita Merello o José María Gatica para internarse en un registro mucho más profundo.
Amparada en un registro netamente observacional que sumerge al espectador en un micromundo pocas veces registrado, la cámara de Cardini nos invita a un recorrido a través de las calles del cementerio sin el objetivo de visitar tumbas famosas sino que prefiere aventurarse a los desconocidos: ya sea siguiendo a una pareja de adolescentes dark compartiendo sus diálogos, observando a quienes frecuentan el cementerio para “dialogar” con sus muertos, ordenar sus tumbas, o llevarles flores y aquellos que hacen su visita periódica y cumplen con ciertos rituales que forman parte del itinerario y las múltiples formas de enfrentar el dolor.
Cardini, como ella misma ha expresado en diversas entrevistas, ha comenzado su exploración como fotógrafa, siempre poniendo el énfasis en quienes visitaban la Chacarita que dan movimiento al lugar, así como la detallada observación a los trabajadores del cementerio, sus tareas, estos particulares puestos de trabajo en donde la muerte está omnipresente.
Sin embargo, el subrayado no está en la muerte sino en la vida que aparece en todas su formas. Desde las animales que se pasean por el cementerio (pájaros, gatos, perros), la vegetación y todos los personajes que pueden encontrarse, desde los más tradicionales a los más “bizarros” que lo van impregnando de vida a un espacio de tanto silencio y de tanta soledad. Así también vemos a un grupo de fans que se reúnen frecuentemente frente a la tumba de Gilda, llenándola de banderas y ofrendas para festejar las fechas más importantes o pastores / guías espirituales / curadores, que se reúnen con sus fieles para dar sus bendiciones, orar juntos y pedir sanación para todos los fieles creyentes.
En un tiempo donde el ritual de asistir al Cementerio parece estar abandonado, donde su momento de esplendor fue relevado por los parques y lugares privados donde la concepción es totalmente diferente, Cardini lo rescata desde varios puntos de vista, construyendo un documental único, en un espacio raramente visitado, al que le otorga un lugar preponderante y nos invita a recorrerlo de una forma jamás transitada.
Dirección
Montaje
Arte y Fotografia
Guion
Música
Cardini, amparada en un registro netamente observacional, logra sumergir al espectador en un micromundo pocas veces registrado: su cámara nos invita a un recorrido a través de las calles del cementerio sin el objetivo de visitar tumbas famosas sino que prefiere aventurarse a los desconocidos que hacen su visita periódica y cumplen con ciertos rituales que forman parte del itinerario y las múltiples formas de enfrentar el dolor y, sobre todo, de los trabajadores del Cementerio.