“Husek” de Daniela Seggiaro. Crítica.

Tras un paso por el Festival Internacional de Cine de Marsella y el 36° Festival internacional de cine de Mar del Plata, llega a las salas de cine “Husek”. La segunda película de Daniela Seggiaro se estrena el próximo jueves 6 de enero. Retratando los abusos de poder que sufren los pueblos originarios por parte del estado. Protagonizada por Verónica Gerez y Leonel Gutierrez. Y hablada tanto en castellano como en wichi.

El gobierno chaqueño busca relocalizar las comunidades indígenas, ya que tienen planes para esas tierras. Ana, la arquitecta encargada del proyecto, visita la zona y comprende por qué se oponen quienes las habitan. Por eso junto a Valentin y Leonel tratará de utilizar su lugar como intermediaria, buscando que ambas partes puedan llegar a un acuerdo. 

Un sector ve la situación como un conflicto de intereses, el otro como un atropello a su cultura. Es que, si bien el proyecto de viviendas pareciera bienintencionado, nadie le preguntó a nadie si querían vivir ahí. Dejar sus tierras significa dejar su historia, su cultura, sus raíces. Por lo cual es ahí donde toma fuerza el reclamo, que por otra parte no debería tener lugar siquiera ya que habitan dicho lugar desde hace muchísimo tiempo.  

Aquí los políticos buscan un proyecto disparador de campaña, con el cual llenarse de fotos sonrientes y apretones de manos. Por su parte, con otro entendimiento y conexión con el lugar, los wichis que habitan las tierras solo quieren ser dejados en paz, pudiendo así seguir con sus vidas de la manera más tranquila posible. 

Daniela Seggiaro nos presenta una película redonda, que dice todo lo que tiene que decir sin pelos en la lengua. “Husek” busca visibilizar una situación acallada, que casi nunca llega a los grandes medios de comunicación. Una obra donde, al igual que los idiomas, la magia y el mundo físico se hacen presente en simultáneo.