Estamos Muertos, la última apuesta oriental de Netflix

La nación de Corea sigue expandiendo su influencia por todo el mundo, especialmente en Netflix luego de los éxitos de El juego del Calamar y Alice in Borderland, Estamos Muertos es la siguiente apuesta de la gran N para tener otra serie viral en su catálogo. Esta serie de doce capítulos estrenada el pasado enero trata de un grupo de estudiantes en un colegio normal de Corea del Sur viendo su adolescencia cuando repentinamente un virus que vuelve zombie a la gente se esparce por doquier.

La premisa es de una ficción clásica de horror y supervivencia, pero con el condimento de la visión oriental que siempre es más exagerada, más adrenalínica y más estrafalaria que la que acostumbramos. De entre las encarnaciones de Zombies modernas que conocemos esta es una de las últimas versiones más impactantes que hayamos visto, con el agregado que la serie también retrata problemas sociales a través de su guión, poniendo especial atención en el bullyng.

Si bien la serie se plantea de una forma bastante chatarra y tiene mucho relleno, considerando este como momentos y lapsos largos que no aportan a la serie teniendo en cuenta que tiene episodios de casi una hora de duración, logra bastante bien el objetivo de ensamblar los sentimientos del espectador por los protagonistas que poco a poco generan climas más románticos y personales.

Sin duda lo mejor que tiene esta serie al igual que sus pares de oriente es la fotografía y los visuales, cuenta con una enorme cantidad de planos secuencia donde uno queda inmerso en la inercia de la escena, adornado además con escenarios completamente funcionales para la trama. Una invasión de zombies que comienza en una escuela gigante con apariencia de laberinto, muy efectiva para lo que quiere demostrar.

El centro de la historia pasa por la huida dentro de las paredes de la escuela, y la tensión se presenta en cómo recorren cortos espacios en largos periodos de tiempo, pero con una enorme producción y gran cantidad de personas en escena. Si lo que uno busca es espectacularidad, diversión y una estética definida y pochoclera, es la serie ideal. Como historia de terror realmente se queda corto con sus tomas tan gráficas y poco elegantes en contraste con la primera estética que presenta. 

Direccion - 70%
Fotografia - 85%
Musica - 65%
Actuacion - 30%
Guion - 35%

57%

Logra lo que se propone, es enérgica, divertida y atractiva para un público ocasional de este tipo de ficciones snack para maratonear un fin de semana. Pero por el lado del terror y suspenso es muy poco trabajada y deja mucho que desear.

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Lucas Ritchie

Licenciado en Relaciones Laborales, aficionado a la cultura japonesa, series y anime.

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