El gran Frank Sinatra fue inspiración para muchos que lo sucedieron. Sus canciones penetraron en lo más hondo de la cultura y hasta el día de hoy su música sigue vigente. Pero no solo el mundo de la canción tomó su antorcha sino también otras ramas del arte y, por supuesto, el teatro no es la excepción. Exactamente 8 años atrás el dramaturgo inglés Matthew Seager estrenaba en Londres la puesta de su obra “In other words” (la cual también protagonizó), título que se extrae de la letra de la emblemática canción “Fly me to the moon”. Si bien esta pieza teatral nada tiene que ver con la vida del cantante estadounidense, su arte es parte fundamental en el desarrollo de esta historia. La cual, desde ya algunos años, comenzó a dar sus primeros pasos alrededor del mundo y Buenos Aires no sería la excepción. Tiempo atrás este bello texto llegó a las manos de Nicolás Vázquez y el resto más que historia es presente.
Tras una primera temporada de mucho éxito, el pasado viernes la puesta local llamada “En otras palabras” regresó a la calle Corrientes, en esta oportunidad al teatro Lola Membrives (Av. Corrientes 1280, CABA). Gimena Accardi y Andrés Gil, bajo dirección del mismo Vázquez, se vuelven a subir al escenario para continuar emocionando al público con una historia que busca llegar hasta lo más profundo del corazón.
Juana (Gimena Accardi) y Abel (Andrés Gil) son una pareja joven que ya llevan un tiempo conviviendo. Si bien cada uno tiene sus manías y defectos ambos desbordan de amor el uno por el otro y no dejan pasar un minuto para decirlo y demostrarlo hasta el empalago, pero lamentablemente no todo es color de rosa y la vida les deparará una gran batalla. Abel comienza a tener algunos episodios esporádicos de pérdida de memoria y desorientación que comienzan a preocupar a Juana. A pedido de ella ambos asisten al médico y con gran desconcierto reciben el tan temido resultado: Alzheimer. La pareja decide afrontar esta situación y comienzan a transitar un camino difícil.
Esta propuesta teatral toma dos ejes muy claros y los une para crear una historia que busca conmover hasta el más duro. Por un lado, el avance de la enfermedad y los efectos que provoca en el paciente y, por otro lado, la vida en pareja, el amor y el acompañamiento. En este sentido ambos intérpretes deben lidiar con papeles complejos: en el caso de Andrés Gil con un joven que se enfrenta a su deterioro mental, mientras que Gimena Accardi con una mujer que decide acompañar al amor de su vida sin importar las dificultades. Para sumar más peso, la historia se desarrolla durante varios años por lo que ambos personajes van envejeciendo a medida que avanza el tiempo del relato.
Las dimensiones del escenario del Lola Membrives permiten que la puesta se disfrute sobemanera destacando a la escenografía diseñada por Toto Fernández y la bellísima dirección de luces a cargo de Mariano Demaría. Ambos elementos se combinan a la perfección para generar los climas, ambientes y locaciones necesarias que la historia necesita.
Nicolás Vázquez se embarca en un tema que conlleva una gran carga dramática y lo hace con mucho respeto al igual que sus protagonistas. Una obra sensible que se enfrenta a la difícil tarea de generar algo genuino en el espectador y llegar a lo más profundo y no solamente emocionar por el hecho en sí. Una apuesta arriesgada que el público aplaude de pie.
Calificación
Dirección
Actuaciones
Texto
Escenografía
Iluminación
Nicolás Vázquez se embarca en un tema que conlleva una gran carga dramática y lo hace con mucho respeto al igual que sus protagonistas.