Falleció Pino Solanas, un hombre fiel a sí mismo, de principios inclaudicables y rebelde con causa. Será recordado como el último grito de un artista cabal y coherente por la dignidad del hombre.
A los 84 años, víctima del coronavirus, acaba de fallecer en París Fernando “Pino” Solanas, ex senador de Argentina y actual embajador de la Unesco. Su mujer Ángela Correa, también afectada por el virus, se estaba recuperando en su casa, pero él se agravó en la internación.
Pino fue candidato a presidente por la centro-izquierda, y sus dos grandes pasiones fueron la política y el cine; buscando siempre un país mejor, con libertad y justicia social. Se destacó por su arte, su compromiso político y su ética.
Su filiación ideológica y su gran conocimiento del cine, llevaron a Solanas a ser uno de los grandes del cine nacional. Puso en movimiento un nuevo canon para el cine político, con resonancias internacionales, pero con identidad propia. Un cine urgente, político y revolucionario, a partir de “La hora de los hornos” (1966-68), un manifiesto inteligente y aguerrido, que tuvo sus seguidores en varios países de Latinoamérica, con grandes directores pertenecientes a otros movimientos cinematográficos (Sanjinés, Gutiérrez Alea, Glauber Rocha y Miguel Littín, entre otros).
Perteneció al Grupo Cine Liberación, con Octavio Gettino y Gerardo Vallejo, siendo su último exponente. Cine militante, potente y didáctico. “La hora de los hornos” fue el filme emblemático de la resistencia peronista. Cine de barricada, con un extraordinario montaje, material relevado en todo el país, fotos, entrevistas y potente música. “No es un film, es un fusil”, diría Marco Bellochio y conseguiría grandes premios, como otros trabajos de Pino.
Desde la ficción, siguió con la notable “Los hijos de Fierro”, un gran logro artístico y político. Exiliado en París, con su pareja de aquellos tiempos, Chunchuna Villafañe, realizó “La mirada de los otros”, por encargo, y tuvo apoyo de la crítica. Ya en democracia, siguió con la innovadora “El exilio de Gardel” (1985), original trabajo sobre la manera de sobrevivir de los exiliados, que ganó el Gran Premio del Jurado, en Venecia.
Después (1988) llegó la emotiva y bella “Sur”, el encuentro luego de la larga noche de la dictadura, galardonada con el Premio al Mejor Directo, en Cannes. Sigue con sus obsesiones en “El viaje” (1988) y “La nube” (1992).
Luego va hacia el documental de denuncia social sobre la realidad inmediata argentina: “Memorias del saqueo” (2004), “La dignidad de los nadies” (2005), “Argentina latente” (2007), “La próxima estación”, “Tierra sublevada: oro impuro” (2009) y “Tierra sublevada: oro negro” (2011), entre otros contundentes trabajos calientes y reveladores.
Siempre fiel a sí mismo, hombre de principios inclaudicables y rebelde con causa, Pino Solanas será recordado como el último grito de un artista cabal y coherente por la dignidad del hombre.