Después de estar alejado del espectáculo durante muchos años y de haber soportado delicadas dolencias físicas, acaba de fallecer, a los 81 años, el periodista, conductor de radio y televisión, Raúl Portal.
Admirado por muchos seguidores por su ingenio, inventiva y alegría de vivir (por momentos, demasiado exagerada) y criticado por otros por sus tremendas contradicciones y posturas políticas disímiles (ya que podía ser amigo de un carapintada y de un dirigente del Partido Obrero), fue un hombre que creó un estilo propio de conducción, con total desenvoltura y desfachatez; y mezclaba, permanentemente, el absurdo y el humor de payaso. “Los payasos y los niños están en estado de gracia”, solía decir.
Imitado hasta el cansancio hasta la actualidad, sin embargo su estilo alegre y bonachón estaba muy lejos de las agresiones y sensacionalismos que tiñen las pobres propuestas de la tevé actual.
Hincha de River, amante de los documentales históricos y los films de acción, tocaba muy bien el bongó y admiraba a Cuba, a quien le dedicó, para exaltar los valores musicales y las costumbres de la isla, Son de todos.
Sus giros ideológicos molestaban a más de uno, sobre todo porque, entre 1968 y 1978, trabajó en el área de prensa del Ministerio del Interior, incluyendo la época de Onganía. Era radical, militó durante 17 años en el partido, pero no defendió los derrocamientos de Illia ni de Isabel Perón, hechos de los que se arrepentía, aunque a Isabelita deseó que la derrocaran.
Precursor de los programas televisivos donde el medio se burla a sí mismo y de las noticias de la semana, rompió con los esquemas vetustos de esquemas rutinarios y hasta tomó un horario que nadie quería agarrar, la medianoche, Notidormi: un desfile de personajes carnavalescos, donde hasta figuras importantes se disfrazaban y disfrutaban como chicos y terminó siendo un éxito rotundo. La tv reciclada tuvo su mejor momento con Perdona Nuestros Pecados, donde el uso de neologismos se manejaba sin límites y muchas palabras eran repetidas en la vida cotidiana.
Portal trabajaba con su mujer, Lucía, y su hijo Gastón, que luego llegó a tener una carrera interesante y además fue el descubridor de Federica País y Mariana Fabbiani.
Verborrágico y vital, llevó adelante un trabajo de edición muy preciso, que nunca fue valorado lo suficiente. Además, le ganó un juicio, por plagio, al productor de Televisión Registrada por copiar PNP. Su carrera había repuntado a partir de Semanario Insólito, con Becerra, Castelo y Virginia Hanglin, con el ácido resumen de las noticias de la semana. Otras cuestiones polémicas de su curiosa personalidad, resultó su apoyo al Padre Grassi, aún en prisión por abuso de menores y su colaboración con el padre Farinello.
Los programas Juegos de horror y Misteriodismo no tuvieron mucha repercusión, por otro lado, El Portal de las mascotas y El Portal de la vida fueron sus últimos aportes al medio, en un estilo siempre bonachón y generoso.
Raúl Portal trabajó mucho y nunca fue bien valorado. Polémico, entusiasta, creativo y contradictorio, le dio a la televisión su vida y fue feliz en su universo funambulesco.